La moda y las costumbres en el ajuar femenino, el mobiliario y la decoración de los dormitorios del siglo XIX vuelven a estar en boga. Y todo gracias a la exposición Sueños y ensueños que puede verse en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Ibercaja hasta el próximo 8 de octubre y que complementa al XIII Congreso Internacional de Jóvenes Investigadores, que celebró en el mes de julio el Instituto de Ciencia e Investigación Juvenil de Aragón (ICIJA).

"Esta muestra tiene como motivo nuestro pasado y creemos que es interesante que la gente joven visite la exposición, aprenda del pasado para seguir trabajando por el futuro", explicó Román Alcalá, de la Obra Social de Ibercaja, durante la presentación de Sueños y ensueños . También asistió Mario Onieva, coordinador del congreso y de la exposición; y Daniel Ezquerra, presidente de ICIJA, quien declaró que la "tradición de los ajuares se está perdiendo, ya que hoy prima la funcionalidad". En la muestra --la mayoría de las piezas pertenece a colecciones aragonesas-- se incluye, sobre todo, "ropa de cama femenina, ya que la masculina no era tan espectacular".

Por su parte, Onieva explicó que se eligió este tema para el congreso porque "las piezas de dormitorio han cambiado mucho" y, por otro, "creo que parte del público desprecia el trabajo femenino, al que consideran un marujeo más y no es así, ya que anteriormente los bordados era una labor masculina hasta este siglo".

En cuanto a las obras más destacadas del mobiliario, "aunque todas tienen interés", el comisario señaló "la cama con dosel exento, al estilo de la delfina", una consola estilo Carlos IV o una cómoda italiana con cajones, el cuadro de Francisco Bayeu Virgen con niño , o un tapiz de Flandes. Y de los textiles, "las cubiertas son excepcionales, porque esta pieza era lo más llamativo porque era lo que se veía". Onieva explicó que estos trabajos "tenían, sobre todo, el placer de la contemplación y no el del uso, por eso han llegado hasta nosotros".

Pero también pueden verse pololos, ropas de lencería, puntillas, sábanas y bellos vestidos de novia (de 1860 y 1910) con velo y todos sus accesorios, así como "una reproducción exacta del ajuar de la reina Victoria, que como era tradicional en la época se exponía durante cuatro semanas todo lo que la reina iba a llevar el día de su boda". Gracias a ese hacerlo público hoy puede verse puesto que el día de sus nupcias sufrió un atentado y el traje se tiró porque se manchó de sangre.

Como curiosidad, Onieva explicó además que, actualmente, la Casa Real española sigue usando ropa bordada y a sus "proveedores les pide una exclusiva cada tres años"; al igual que la reina Isabel de Inglaterra. Sin embargo, la Casa Blanca "las pide en serie".