INTERPRETE Orquesta de cámara de Heilbronn, Ruben Gazarian (director)

LUGAR: Sala Mozart del Auditorio

FECHA: Martes, 16 de noviembre

ASISTENCIA: Lleno

Heilbronn es una pequeña ciudad del suroeste alemán, a un paso de Stuttgart. Tiene una orquesta de cámara, una pequeña joya de ésas que florecen en el valle del Rhin (no como en nuestro árido Ebro), que constituye uno de los puntales de su vida cultural. Ayer la tuvimos dentro de la Temporada de Otoño, ofreciendo una de las sorpresas de la estación. El joven Ruben Gazarian, armenio, es desde hace dos años director del conjunto de Heilbronn y saca un excelente partido a su pequeño ejército de veintiún intérpretes que salen de gira así de bien preparados: la precisión con que todos los arcos atacan cada nota tiene un reflejo adicional en el nivel de detalle con el que se acomete cada frase musical y en la afinación sin tacha del grupo.

Comenzaron la velada con el Cuarteto nº11 de Beethoven, en el arreglo para orquesta de cuerdas de Mahler, más grueso y menos agresivo que el original. Los württemburgueses cuidaron las finuras de la partitura, supieron realizar las libertades de ritmo que Beethoven exige y desarrollaron una versión animada, mejor en el ajuste que en la calidad sonora. Con treinta y pocos años, los mismos que el director, el chelista ruso Kyril Kravtsov lleva ya unos cuantos al frente de su cuerda en la orquesta de Heilbronn. Ayer tomaba parte solista para el Concierto de Vaja Azarashvili, desconocido compositor georgiano. La página se escucha con agrado a la primera y permite lucir la vertiente más lírica del instrumento. Está claro que Azarashvili componía (la obra es de los setenta) a la sombra de Shostakovich y sin permitirse excesivas novedades, que en esos años le podían sacar de la foto y las repúblicas soviéticas no estaban para bromas. La música era bonita y Kravtsov la tocó ejemplarmente.

La segunda parte se dedicó a un clásico de clásicos. El entretenido, hipermelódico y un poco afectado Souvenir de Florencia de Chaikovski hizo las delicias de todos, en lectura esmerada y vital. ¡Qué sorpresa!