Zapatero es fan, pero don Juan Carlos es hooligan. Nadie como el rey de España para simbolizar el entusiasmo que vivió ayer toda España ante el que ha sido el reto deportivo más alto que ha vivido socialmente en muchos años. Hubo webs que pidieron que pidieran que no acudiera el presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero al palco de Viena. Se dice que es gafe; no sé por qué. Eso se cree. Pero el presidente estuvo por la mañana en Pamplona y por la tarde llegó al palco del estadio. Y España conquistó su segunda copa europea después de 44 años, venciendo con su mejor fútbol.

Los Marcelino, Pereda, Reija, Villa, en fin, el capitán Olivella, que aplastaron la furia rusa, tenían ya ganas de que una nueva generación les liberase de tanta carga emocional. Han sido los niños de esta España sin complejos, que llegan con su ilusión a aliviarnos un poco de la crisis que padecemos. Toda España ha sido testigo. Alemania goza de tres coronas mundiales y tres europeas, pero le jode perder. Y perdió ante el mérito de esta selección que juega como Brasil.

España se juntó otra vez ante la pantalla de plasma. El partido tendría que haberse celebrado en sábado para gozar de una noche larga y profunda. Hoy será un lunes atípico, con un país elevado en su autoestima, férreo en la pelea por el futuro. El Rey y la Reina fueron testigos.

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