Un animal con cualidades humanas. Así es Carmen Machi que en La tortuga de Darwin se transforma en una tortuga que cuenta con todas las cualidades del ser humano, "sabia, bondadosa, sentido del humor, etc"; mientras que en los humanos se concentra todos sus defectos.

Esta obra, que se representa hasta el domingo en el Teatro Principal, cuenta con el tándem de Ernesto Caballero (director) y Juan Mayorga (autor); quien a la tortuga que Darwin utilizó para ilustrar su teoría de la evolución de las especies --murió en 2006 con 176 años-- le han imaginado en libertad para "recorrer el mundo y a ver los sucesos más impactantes del último siglo y medio", explicó Machi, para quien su personaje de tortuga es "extravagante, raro, aunque un regalo para el actor".

Si la tortuga encarna la bondad, esta "no tiene sentido sin el resto de personajes": el doctor (Juan Carlos Talavera), el historiador (Vicente Díez) y su esposa (Susana Hernández). Para Talavera, la obra es "un sanísimo ejercicio de memoria histórica que no se hace para reabrir heridas sino para dar cuenta de las muchas infligidas". El actor representa a "la ciencia sin conciencia, la mal utilizada". Díez es el historiador, que "no aprovecha la lección que le da la tortuga sino que lo hace en su beneficio"; y que pondría de manifiesto que "el hombre no ha evolucionado tanto".

Por su parte, Hernández es una "mujer con la conciencia dormida que, tras su encuentro con la tortuga decide cambiar", pero no para bien sino "que decide explotarla y meterla en el show bussines".

Pese a esta visión tan pesimista, La tortuga de Darwin es también una "mirada irónica" que provoca carcajadas en el espectador por "los propios planteamientos del animal" y "porque esta se convierte como un ser humano".

En cuanto a si existe redención para el ser humano después de estos siglos, entre los protagonistas hay división de opiniones. Talavera y Machi apuestan porque lo hay porque "la reflexión se hace sin acritud y así se puede seguir confiando en la humanidad", explica Talavera; mientras que Machi reconoce que "hay esperanza porque el público se ríe y eso no es malo"; Díez es un poco más negativo, aunque sí deja abierta la posibilidad puesto "que vemos por donde no hay que ir".