No se sabe en qué punto de la historia la estabilidad mental de Michael Jackson hizo pop. Ni 100.000 psiquiatras reunidos hallarían un diagnóstico certero ante la complejidad de su psique. Un niño marcado por el maltrato paterno, la sobreprotección materna y la explotación laboral. Un adolescente obsesionado con la pureza del alma y el cuerpo. Un adulto oculto tras una máscara sanitaria y rodeado de niños necesitados, animales exóticos y ancianas divas de Hollywood. Un niño con una vida demasiado adulta y un adulto con una vida demasiado infantil. Y como rumor de fondo, una multitud aclamándolo, mientras él vivía atrapado en su propio proceso de regeneración, finalmente pura autodestrucción: del negro al blanco, del macho al andrógino, de la libertad a la reclusión, de la naturaleza al adefesio, del talento al frikismo.

Nacido en Gary, en el estado estadounidense de Indiana, el 29 de agosto de 1958, a los 5 años Michael ya oía el chasquido del látigo de su padre cuando los extenuantes ensayos de los Jackson Five se descarriaban. Incluso su hermana La Toya relata episodios en los que papá, Joe Jackson, músico frustrado, ponía una pistola en la sien de aquel de sus hijos que errara un paso de baile. Con 7 años, el tímido y sensible Jacko ya canta en clubs de alterne y en su retina quedan grabados lúbricos frotamientos entre las stripers y la clientela. Es así como le coge asco al sexo: la lascivia en su versión más grotesca contrasta con las advertencias de su madre, obsesionada en alejarlo de la pecaminosa realidad. "A mi hijo le va a ser difícil encontrar esposa", vaticinó su madre a finales de los 70. Sus bodas con Lisa-Marie Presley, hija de Elvis, y con la enfermera Debbie Rowe siempre estuvieron bajosospecha de montaje.

Jackson salió tocado de la adolescencia. En 1980 se opera la nariz. En 1982, la sensualidad de sus bailes en Thriller provoca su expulsión de los Testigos de Jehová. Se queda sin Dios. El dios ahora es él, el dios del pop. El rancho de Neverland Incluso se cree el Noé y monta su propio zoológico, bautizado en homenaje a Peter Pan. Rodearse de niños, es el siguiente paso. En su fuero interno no hay ninguna maldad en ello. Ni siquiera cuando en el 2002 arriesga la vida del menor de sus tres hijos, Prince Michael II cuando no duda en sostenerlo al vacío desde el cuarto piso en un hotel de Berlín. En el 2004, es acusado de haber abusado sexualmente de un menor de 14 años. Un año más tarde, tras un acuerdo económico fuera de los tribunales, fue declarado inocente. Pero la sospecha siguió ahí.

En Childhood, una de sus últimas canciones, se justificaba: "Estoy buscando el mundo del que vengo/ porque he estado buscando/ en lo perdido y encontrado de mi corazón./ Nadie me comprende/ lo ven como raras excentricidades./ Porque sigo jugando por ahí /como un niño, pero perdóname./ La gente dice que no estoy bien/ porque amo las cosas más elementales./ Ha sido mi destinocompensar/ la niñez que nunca conocí./ Antes de juzgarme/ esfuérzate por amarme".

A eso aspiraba Jackson. Como una criatura pura que viviría 150 años. Probablemente por su adicción a los fármacos, le han faltado 100.