Cannes recibe con indiferencia dos nuevas películas sobre Irak

La guerra de Irak se ha convertido para cierto tipo de cine en algo así como un título honorífico. Tenerlo no significa que seas meritorio, pero te hace parecer importante. Dos de las tres películas presentadas ayer en la competición del Festival de Cannes la usan como paisaje resultón, como fotogénica postura, más que como la carne de análisis políticos de alcance. ¿Necesitamos que se nos recuerde que de la guerra se vuelve con el cerebro frito? ¿Alguien duda de que Bush nunca creyó en las armas de destrucción masiva? Pues, va a ser que no.

De hecho, la nueva película de Ken Loach, Route Irish --se incorporó al concurso, aunque visto lo visto no habría hecho falta-- dice acerca de Irak lo que dijeron antes otras películas. Como En el valle de Elah, usa un solo crimen para condenar el conflicto en general; igual que Redacted, usa nuevos formatos de imagen, como archivos MMS o entrevistas a través de Skype; como En tierra hostil, deja clara su indignación con los instigadores mostrando su simpatía hacia los soldados traumatizados.

En concreto, Loach se centra en los exsoldados que trabajan para las empresas de seguridad privada, también llamadas ejércitos paralelos o soldados de fortuna o simplemente mercenarios --la guerra "se está privatizando, lenta y deliberadamente", recordó el director.

BIOGRAFÍA Fair Game, protagonizada por Naomi Watts, recrea el caso real de Valerie Plame. La mujer era una espía de la CIA que buscaba las dichosas armas de destrucción masiva y cuya identidad fue revelada al público después de que su marido, Joe Wilson, acusara al entonces presidente de EEUU, George W. Bush, de falsear informes para poder justificar la invasión de Irak.