POLÉMICA SUBASTA.
La Fundación Cartier-Bresson paraliza una puja
Los gestores del legado del fotógrafo afirman que el origen de las fotografías es "ilegal".

La Fundación Cartier-Bresson paraliza una puja
Las presiones ejercidas desde la Fundación Henri Cartier-Bresson sobre la ilegalidad del material del fotoperiodista que Soler y Llach pretendía poner a subasta mañana han dado sus frutos: la sala ha decidido "congelar" temporalmente la puja de una parte de los lotes. No se trata de una retirada del material ni de una suspensión definitiva sino de un aplazamiento "hasta que se haya clarificado el tema", apunta Juan Naranjo, director del departamento fotográfico. La medida afecta solo a las copias fotográficas --60 de las 66 que hay en el catálogo--, pero no al resto de los lotes: fotolibros y correspondencia, un 70% del total. Todo el material viene de la colección de Josep Martínez, una de las más importantes del país sobre el artista francés.
Xavier Llach basa la decisión en la "responsabilidad" que tienen hacia sus clientes, que está "por encima del perjuicio económico" y aclara que "no ha habido ningún requerimiento judicial", solo una carta del abogado de la Fundación diciendo que "los tirajes de prensa no se pueden vender". Y es aquí, y en la terminología utilizada por la institución que habla de "robo" y "falsificación", donde reside el problema.

La Fundación Cartier-Bresson paraliza una puja
A partir de las década de los 70, la fotografía de prensa entró en las galerías y las subastas y adquirió un nuevo valor. Fue entonces cuando Cartier-Bresson (1908-2004) decidió estandarizar su producción --copias de 30x40 centímetros y con un margen blanco-- y dar solo por buenos esos tirajes o los anteriores siempre y cuando estuvieran firmados y dedicados por él. "Siempre firmé y dediqué las copias de mis fotografías a aquellos a quien quise dárselas. Todas las demás copias que tienen solo el tampón o el sello de Magnum Photos o el mío son de mi propiedad", dejó escrito el fotoperiodista en una carta el 30 de octubre del 2000.
De esta manera, Cartier-Bresson quería dejar fuera del mercado todas los tirajes de época realizados para ser publicados en los medios de comunicación.
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