LITERATURA.
Faulks escribe desde el Somme una carta agradecida a Zaragoza
El ganador del Premio de Novela Histórica está rodando en el escenario bélico de ´La canción del cielo´.

Faulks escribe desde el Somme una carta agradecida a Zaragoza
Sebastian Faulks, el ganador de la VI edición del Premio de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza no pudo venir ayer a recibirlo, pero envió una carta que leyó Arancha Martínez, de Seix Barral: "Estoy en el Somme, al Norte de Francia, donde el 1 de julio de 1916 cayeron 30.000 soldados británicos en un solo día".
La carta parecía extraída de aquellas postales que los soldados enviaban a sus casas desde las trincheras entre estallidos de obuses, de aquellos diarios juveniles entre el barro, que el escritor repasó antes de comenzar a escribir, en 1992, la novela La canción del cielo editada en español el pasado año y ganadora frente a 43 obras de 30 editoriales.
HISTORIA DE AMOR TRÁGICO Faulks, que está en el rodaje de una serie sobre literatura, habla en su carta de las granjas y una extraña paz en los cementerios sobre aquella tierra donde se desarrolló la historia de amor trágica de su novela, en una Gran Guerra en la que "participaron poetas" y sobre la que, de niño recuerda que al leer en la escuela la lista de los soldados muertos "me quedaba afónico".
La conciencia de que "algo esencial se escapaba de la memoria colectiva sobre aquello que no había visto el ser humano nunca" le llevó a investigar en aquellas tierras, donde "cada noche soñaba con las trincheras". El escritor Juan Bolea, coordinador del Premio citó ayer a Flaubert y a Hemingway como ecos que podían percibirse en esa novela sensible y trágica. Como el recuerdo final de la carta de Faulks: "Aragón dio una reina a Inglaterra, a la que Enrique VIII no trató demasiado bien...".
Sí compareció el premiado de honor Jean Michel Thibaux, autor de El misterio de el Priorato de Sión y de 40 novelas más; traducido a diez idiomas, que ayer, tras indicar que ya había estado en Zaragoza, incluso "en viaje de novios" señaló que "volver es felicidad. Los españoles no se preocupan por el futuro. Los franceses no dejamos de hacerlo y somos muy pesimistas". (Menos mal que en acto oficial estuvo tocando el cuarteto Elegía formado por eslavos, y no un elenco rociero).
"Pueden estar tranquilos, queridos amigos aragoneses --declaró Thibaux en su discurso--, aunque mi madre sea corsa no vengo como un soldado napoleónico a continuar con el sitio de Zaragoza. Vengo a defender nuestra cultura común, nuestra identidad en el seno de una Europa que ha perdido sus raíces...". Juan Bolea había glosado al autor francés como "un genio literario que sólo por ese libro de la lucha del bien y el mal; la custodia del tesoro maldito y la sucesión de Cristo merecería pasar a la historia de la literatura".
"Les pido que conserven ese recuerdo --siguió el discurso del autor francés--, que recuperen el orgullo de sus padres para no caer en el anonimato de la globalización que una casta de tecnócratas, a sueldo hoy de la China todopoderosa y mañana de algún otro continente emergente, intenten imponernos".
Juan Alberto Belloch respondió al discurso indicando que le satisfacía el premio a un escritor que "no considera la historia como un mero territorio de moda sobre el que asentar su indiscutible talento literario, sino que trabaja con la historia como instrumento esencial, casio vital, para intentar comprender el caótico mundo en el que vivimos".
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