Toca la kora Toumani Diabaté y toda la magia de la música, sin distinción de géneros y estilos, arrebata el alma y encoge el corazón. Espectadores hubo que no pudieron contener las lágrimas cuando Toumani, despidiendo el sábado su concierto en Pirineos Sur, se marcó en solitario unas variaciones mandingas que nos dejaron sin aliento. Fueron unos minutos tan intensamente emocionales que solo por escuchar ese fragmento de vida habría valido la pena asistir a la actuación de Diabaté. Así las gasta ese genio del arpa mandinga de 21 cuerdas. Así las gasta incluso en una noche con temperatura invernal, que le obligó a afinar constantemente el instrumento y a hacer un gran esfuerzo para que no se le agarrotasen los dedos. Pero Toumani es mucho Toumani; es no solo un virtuoso que conoce todos los secretos de la kora; es, también un creador singular que sabe extraer de de unas cuerdas armadas sobre una calabaza la música con la que están hechos los sueños.

El sábado, en el cierre de Pirineos Sur, acompañado por una banda espléndida, alguno de cuyos componentes ya son viejos conocidos (Samba Touré, Mamadou Kouyate, Fode Diabaté, Boubacar Diabaté-) trazó un espléndido homenaje a su compatriota Ali Farka Touré, fallecido en 2006, con quien grabó los discos In The Heart Of The Moon y Ali & Toumani. Algo contenido (había que familiarizarse con el frío) durante parte de la actuación, Diabaté dejó hacer a sus músicos, pero manteniendo el todo momento ese liderazgo que hace que las canciones fluyan naturalmente por territorios de diferente calado: desde el blues del desierto a las armonías del jazz, pasando por el trance subsahariano, las claves latinas y el soukous congoleño trufado con aromas de zouk antillano. En un momento dado Toumani venció a los elementos, dio toda una lección de profesionalidad y de respeto por el público como pocas veces se ve, y ofreció la mejor despedida que un festival como Pirineos Sur puede tener.

La velada la comenzó Afel Bocoum (fue protegido y guitarrista de Ali Farka Touré), quien con su grupo Alkibar desplegó el reposado hipnotismo del blues del Sahel. Lamentablemente la noche no estaba para propuestas tan tranquilas, y al público le costó entrar en la música circular de Afel. Conectó al final de su actuación, con una par de piezas briosas. Luego fue invitado por Toumani a compartir escenario en un par de canciones.