El escritor y académico Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956) inició ayer en Zaragoza el ciclo CAI en el siglo XXI. Cuatro visiones de la cultura española con un Elogio del conocimiento, al que presentó como "una herramienta para el desarrollo y el ejercicio de las capacidades de cada persona". Muñoz Molina disertó sobre el valor de la educación como "la palanca para hacer a las personas más productivas, más racionales y más justas", hasta el punto de afirmar que "no hay desarrollo de la democracia sin educación".

El que fuera director del Instituto Cervantes en Nueva York, describió a los ciudadanos soberanos como aquellos "capaces de tomar decisiones ajustadas a la realidad". Y afirmó que en el mundo contemporáneo "el conocimiento ha sufrido un descrédito enorme". El escritor criticó "la intolerancia y el sectarismo político, que requieren súbditos", en tanto que el conocimiento es para el hombre una herramienta de emancipación.

UNA MIRADA A LA ESCUELA El autor de El jinete polaco indicó que cuando llegó la democracia "se suscitaron unas ideas pedagógicas que defendían que la persona no necesitaba aprender, sino crear, jugar con el padre convertido en amigo de los hijos y el maestro, en un showman".

"Cuando yo era pequeño --dijo--, nos enseñaban que el mundo era un valle de lágrimas. Y después se enseña que el mundo es un parque temático en el que entras y puedes disfrutar de tu ocio, de tu creatividad. Y eso dicen que es liberador". El escritor indicó que cuando la escuela deja de ser el lugar de formación, los que tienen medios pueden permitirse que sus hijos tengan una educación privada, mientras que "los pobres se tienen que conformar con lo que hay, por un igualitarismo guay". Muñoz Molina denunció la existencia de "una rebaja de las exigencias de esfuerzo, en la dirección del aprobado general" y advirtió del peligro de vivir en un mundo de los sueños en el que "los ideales igualitarios llevan a la desigualdad". "A nuestros padres, la falta de educación no les permitió el progreso social. A nosotros nos enseñó la escuela y el instituto y tuvimos la oportunidad de tener un destino mejor", afirmó. Pero ese mecanismo se ha quebrado: "La educación ni funciona como herramienta de ascenso social ni aprovecha las capacidades de los ciudadanos". Muñoz Molina terminó indicando que "en la vida no existen los aprobados generales".