Luis Tosar hace como que se limpia el sudor de la frente cuando se entera de que el público de Valladolid ha aplaudido a rabiar También la lluvia, que ayer inauguró la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Prueba superada. La cinta, que aspira a representar a España en los Oscar, narra la odisea de un equipo para sacar adelante una película sobre Colón en Bolivia. Paralelamente, en el mundo real los bolivianos se lanzan a las calles armados con palos para defenderse de los nuevos colonizadores, unos ejecutivos que dictaminan que el agua tiene que ser privatizada. Tosar clava el papel de Costa, el productor (¿sin alma?) del filme.

--Si Malamadre, según declaración propia, fue el papel de su vida. ¿Qué es Costa?--Pues otro papel de mi vida (risas). Y por suerte no se parecen en nada.

--¿Y el portero de Mientras duermes, que está rodando con Balagueró?--Tampoco. No tiene nada que ver ni con Malamadre ni con Costa. Es una historia para despistar al espectador, para salir del cine que hago últimamente.

--Ese cine le ha convertido en el hombre del año.--Prefiero pensar como los ingleses, que dice man of the hour. Vamos, con una hora vas que chutas.

man of the hour

--Pero está en la cresta de la ola. ¿Cómo lleva el ego? ¿Lo tapona o sale a flote?--Intento reflexionar sobre ello. Los actores trabajamos con la vanidad. Si no, no podríamos exponer nuestro trabajo al público. Pero yo trato de manejar la vanidad para que no me lleve a un lugar al que, sinceramente, no quiero pertenecer.

--En También la lluvia critica el ego de los cineastas, que piensan que su película es más importante que nada en el mundo. Incluso más importante que la revolución de un pueblo por conseguir su derecho al agua.--Yo siempre he pensado que lo que hacemos no tiene mucha importancia. Es bueno que exista el cine social y con compromiso porque al menos concede unos minutos al espectador para que piense en que hay otras realidades que son infinitamente peores que la suya, pero nunca he confiado en que el cine pueda cambiar nada. En También la lluvia hay una autocrítica al cine social y eso es muy importante porque está escrita por Paul Laverty (guionista de Ken Loach) y dirigida por Icíar Bollaín.

También la lluvia

--Está usted en la barrera de los 40. ¿Edad para detenerse y pensar?--Uf, me deprime la pregunta (risas). No me lo había planteado jamás porque siempre he aparentado tener más años de los que tengo. Pero ahora, que tengo los que aparento, pienso en lo que he hecho en la vida, reflexiono sobre si lo he hecho bien o mal. ¿Tengo que seguir por este camino o dar un giro inesperado y sorprender al personal?

--¿Y?--No lo sé. El proceso de reflexión está empezando. Todavía no he llegado a ninguna conclusión.

--Otro hombre del año, su amigo Javier Bardem...--¿Del año? Es el hombre de la década (risas).

--Eso. El hombre de la década confesaba hace poco que, a pesar de todo, sigue teniendo ansiedades a la hora de empezar una película. ¿Y usted?--Mis ansiedades son siempre las mismas. Cuando empiezo un proyecto pienso que no tengo ni idea de lo que estoy haciendo. Uno se siente vulnerable e inocente a pesar de llevar 20 años en esto. Supongo que un fontanero llega un momento que tiene una cierta seguridad a la hora de trabajar, también porque curra con cosas materiales, pero nosotros no. Tú mismo eres maleable y vulnerable, cada día te levantas de manera diferente. Entiendo perfectamente las ansiedades de Javier. Esto es una ansiedad continua.

--Ahora le toca defender en EEUU También la lluvia, que podría representar a España en los Oscar.--Seamos realistas. Competimos contra muchas películas, lo cual te pone los pies en la tierra. Además, es difícil entrar en el mundo anglosajón. Allí no les gusta doblar las películas, tampoco verlas en versión original. Son menos inquietos culturalmente. Nosotros en un momento dado vemos un filme iraní, pero los estadounidenses...

--Oiga, ¿le cambió mucho la vida lo que le ocurrió cuando tenía 25 años, cuando un día se levantó con media cara paralizada?--Un susto. Mala suerte. Me hizo replantearme muchas cosas. Consideré que estaba gastando demasiadas energías en cosas que no merecían la pena. Y a partir de ahí, dije vamos a llevar la energía a otro lado más sano.

--¿Fue por estrés?--Más que eso. Lo que pasó es que estaba haciendo demasiadas cosas que, aunque tenían que ver con el trabajo de actor, eran una pérdida de tiempo. Pero era una cuestión alimenticia hacerlas. La vida es corta para gastarla en tonterías, sobre todo cuando haces una apuesta tan grande como la de ser actor, un trabajo en el que necesitas dar mucho de ti mismo. Hay veces, sin embargo, que tienes que trabajar de payaso de cumpleaños porque no te queda otra.