Drama y triunfo en un mismo toro, en apenas unos minutos. José Tomás no concibe la tauromaquia de otra manera y así se vivió su esperada reaparición en Valencia, 15 meses después de su gravísima cogida en México. El torero de Galapagar cortó una oreja a su segundo astado, el quinto de la tarde, que le había volteado de forma violenta en el inicio del trasteo de muleta. La plaza quedó sobrecogida por una aparatosa cogida sin consecuencias.
José Tomás citó en el centro del ruedo plantado como una estatua y el toro Dulcero, de la ganadería de El Pilar, galopó hacia él sin tomar el engaño. Golpeó con el testuz al matador que salió volteado, sin herida visible, y quedó aturdido en el suelo. Tuvo que ser conducido al callejón donde permaneció un par de minutos hasta recuperarse.
TEMPLE Y GUSTO Volvió el diestro a la arena y desplegó su magisterio toreando con temple y gusto con la mano izquierda. Unos estatuarios y unas manoletinas de mérito precedieron a la estocada que acabó con Dulcero. El presidente concedió una oreja, pero no la segunda que reclamaron con insistencia los 11.000 espectadores, ávidos de que José Tomás saliera por la puerta grande, ya que en el primero se fue de vacío.
El torero madrileño tuvo que dar dos vueltas al ruedo entre el clamor de la gente. Lo hizo enarbolando una bandera mexicana en lo que fue su homenaje a un país al que está muy unido. Así, ya brindó el primer toro a los doctores mexicanos, presentes en Valencia, que le atendieron en la plaza de Aguascalientes, donde sufrió el 24 de abril del 2010 la terrible cornada en un muslo que le dejó a las puertas de la muerte.
En ese primer toro ya demostró el diestro que ha recuperado el pulso de su torería en una faena armada sobre la mano derecha, y solo su poca fortuna con el estoque le impidió regresar al burladero con algún trofeo.
La tarde se había iniciado con una enorme ovación a José Tomás, vestido de lila y oro, cuando apareció para el paseíllo. El coso estaba a reventar de aficionados llegados de toda España y algunos de Francia, México e incluso Estados Unidos. Todos suspiraban por volver a ver a su ídolo. Y él tuvo que salir a agradecer, montera en mano, esa acogida.
Que era el día de José Tomás también lo demostró Víctor Puerto al brindarle el primer toro. Arturo Saldívar, mientras, reclamó protagonismo con dos bravas faenas, en las que cortó sendas orejas. Fueron las que abrieron al torero mexicano de Aguascalientes la puerta grande de una plaza que un presidente algo tacaño cerró para el de Galapagar.