Andrés Neuman PRESENTA SU LIBRO 'HACERSE EL MUERTO': "La solemnidad me parece un aburrimiento"

EDAD 34 AÑOS

NACIDO EN ARGENTINA PERO RESIDENTE EN GRANADA

ACTUALIDAD ACABA DE PUBLICAR UN LIBRO DE CUENTOS EN LA EDITORIAL PÁGINAS DE ESPUMA

--¿Cómo ha sido el proceso creativo de Hacerse el muerto?

--Hay dos procedimientos opuestos para escribir un libro de cuentos, el tener un plan que a priori una todas las piezas y tratar de cumplirlo rigurosamente. Ese plan que procede de cierta actitud novelística no suele ser mi manera de afrontar los libros de cuentos, alguna vez lo he hecho, pero cuando me impongo la obligación de intentar que todas las piezas se parezcan, siento que pierdo espontaneidad. Disfruto mucho más escribiendo con total desprejuicio y libertad. Después, a lo largo de los años, esos cuentos van creando sociedades parecidos o contrastes y la estructura del libro es el resultado final y no el punto de partida.

--Los cuentos están cargados de reflexión y cierta forma de hacer filosofía...

--Ojalá, no aspira uno a tanto. La filosofía es una palabra muy seria. Aquí las reflexiones están sin corbata. Sí hay una parte teórica del cuento, que es como la cocina del relato, pero también con humor. La solemnidad me parece un aburrimiento y un error de estrategia. Hay reflexiones a modo de monólogo donde los personajes hablan y van buscando su idea. Me gusta que si el personaje se pone a pensar, el cuento también lo haga.

--Es evidente que hay mucho de autobiográfico en esta obra.

--Una de las secciones sí es autobiográfico, habla de la enfermedad y muerte de mi madre, dos pérdidas dentro de un mismo dolor. No solo murió sino que ella era una persona llena de vida muy joven y por su enfermedad se convirtió en alguien débil incapaz de sujetar una taza. Escribir sobre ello es muy delicado y el pudor y el respeto a la intimidad son valores literarios que no quería perder, pero era consciente de que hay mucha gente que ha tenido, está teniendo o tendrá perdidas de ese tipo y que han pasado experiencias duras y largas en hospitales. Paradójicamente algo tan personal puede llegar a ser algo inmensamente compartible y colectivo.

--¿Sintió que se estaba desnudando ante el lector?

--Sí, y delante de mi mismo. Hablar de situaciones dolorosas personales es un acto difícil. Hay un acto de desnudo que tiene que ver con nombrar directamente lo que más duele, pero también un momento de cambiar de ropa. Uno trata de expresar ese desnudo mediante un lenguaje literario, se queda totalmente en pelotas para luego buscar el abrigo del la forma literaria.

--El último libro publicado suyo fue una novela, ¿cómo decidió pasar al cuento?

--Es un cambio radical, pero es lo que busco, procuro que cada libro refute al anterior, es la única premisa que tengo para escribir. Me aterraría la idea de haber dado con una formula que funcione y tenga que seguirla. Uno no debería saber cómo será su próximo libro igual que uno no sabe cuándo se va a enamorar.

--Hay cuentos que dan la sensación de poder contar mucho más, por ejemplo con el tema de su madre, ¿tuvo también esa sensación?

--El tema de la enfermedad y sus efectos en el deseo es algo en lo que estoy trabajando para una novela. No habla de mi madre sino de ese problema en términos mucho más amplio. La idea de que un cuento podría tener mucho más es un efecto muy deseable de la narrativa. La sensación de que hay toda una vida detrás de los personajes es muy hermosa y me alegra que mis cuentos también lo hagan.

--¿Cómo ve la situación del cuento en España?

--Es un excelente momento para el cuento aunque sí aprecio un cierto complejo injusto del cuento español y el cuento latinoamericano. Está en un momento de auge clarísimo, tanto por la calidad de sus autores como por el espacio editorial propio como Paginas de Espuma, que es absolutamente pionera. Además internet ha ayudado mucho, pues es otro escaparate de las forma breves y un lugar de lectura al que todos recurrimos.