Era una tarde gris, cerrada, cuenta Ángel Guinda en La diferencia. Su padre le había matriculado en Medicina, pero él lo odiaba con todas sus fuerzas. Lloviznaba en Zaragoza cuando Guinda se paró en el Paseo Marina Moreno (actualmente, Paseo de la Constitución), junto a la escultura de una pareja abrazada que se amaba bajo un paraguas. Y allí lo vio claro: "La poesía se me apareció como una obsesión y comprendí que quería continuar el camino que marcó Gustavo Adolfo Bécquer". Desgarrador, sencillo y relajado en el estudio de su casa. Como es él. Así arranca el documental La diferencia dedicado al poeta que ayer estrenó David Francisco en el salón de actos de la CAI Luzán, incluido dentro de la muestra Proyectaragón.

RODAJE SENCILLO "Fue todo muy sencillo --explicó el propio David Francisco--, le junté dos mañanas en su propia casa y le dejé que relajado me contara toda su experiencia vital y que rememorara su carrera". Así, La diferencia está grabado principalmente en el estudio de Guinda en Madrid y, entre las anécdotas de su vida, se van intercalando imágenes urbanas y rurales mientras el propio Guinda, a través de una voz en off, va recitando buena parte de sus creaciones.

"Para David (Francisco) que fue alumno mío, este documental es una obra de arte, quizá su primera, pero para mí es un testimonio que dejo a todos mis amigos para el día en que yo no esté en este mundo que no me gusta nada, me recuerden y se echen unas risas", señaló Guinda, Premio de las Letras Aragonesas 2010. Precisamente, ese galardón fue el que dio pie a este documental, según relató su propio director: "En realidad, lo hice porque parecía que con el galardón del año pasado, su carrera iba a tener un repunte y un reconocimiento más que necesario, pero no fue así, y como nadie le hacía este documental, pues se lo hice yo, que soy el último mono".

El documental, que tiene una duración de 54 minutos aproximadamente, hace un repaso desde los inicios de Guinda en la poesía hasta la actualidad. En él, el poeta, rinde homenaje, entre otros, a Carmen Sender (hermana de Ramón J. Sender), que había sido su profesora en el curso preuniversitario: "Cuando vio mis primeros poemas que yo escribía en vez de ir a clase en el Parque Grande, me dio una lista de 50 o 60 poetas para que viera qué tenía que hacer porque aquellas primeras creaciones, me dijo, no tenían validez literaria. Sin ella, desde luego no hubiera conseguido nada".