CORTÓ DOS OREJAS EN LA MISERICORDIA

Triunfo rotundo y lección torera de Miguel Cuartero

El subalterno César Urdániz, herido de gravedad por el cuarto novillo

CARMELO MOYA

La novillada de ayer en La Misericordia fue un auténtico contradiós ya desde antes de nacer. Si el jueves habían superado el primer reconocimiento tan solo cuatro de los nueve novillos presentados, la ecuación de la masa bovina voluble resolvió que solo unas horas después valían los seis necesarios. Pelargón, quina Santa Catalina o pienso de altísima calidad, los novillos se hicieron mozos en un pis pas por un prodigio incógnito de la genética o de la óptica de los facultativos.

Por la mañana, la empresa Serolo tenía un fuego en los corrales y otro, no menos vivo, en el cuarto de empleados. ¡Ojo! las hormiguitas están entrenando para jugar al rugby con el elefante. Y se les está poniendo cara de brazos caídos. Lagarto, lagarto.

Triunfo rotundo y lección torera de Miguel Cuartero

Triunfo rotundo y lección torera de Miguel Cuartero

Al final, la novillada portuguesa se lidió completa y claro, los dos primeros fueron dos moñacos (el que abrió plaza además, inválido). El resto, en escalera. Todos muy astifinos y con algo en común: carecieron de entrega y esperaban para luego lanzar el arreón con mucho genio del malo y la sola intención de cazar.

Había que estar muy puesto y tener mucha determinación para hacer frente a un trágala de semejante calado. Jesús León, por ejemplo, se topó con el único dulce y noble pero parece que se resintió (íntimamente, porque nadie lo advirtió) de una lesión de menisco y ligamentos. Desapareció como Houdini. Juan Millán practicó el toreo de evasión (sin victoria) y Miguel Cuartero se echó la tarde al hombro al hacerse cargo de tres novillos.

GENTE DE PLATA Una de las claves del éxito de Cuartero ayer fue su personal subalterno. Genial Diego Ochoa con el palo en sus dos intervenciones, soberbio Roberto Bermejo con el capote y arriesgadísimo en banderillas, tan entregado como siempre Carlos Esteban. Así se viene a una plaza de primera categoría y no tirando de la agenda de amiguetes. Lástima que César Urdániz resultara herido por el cuarto novillo. El asta, que penetró por el escroto en dos direcciones, llegó hasta el ombligo sin interesar órganos vitales. Un milagro.

Lo de Cuartero ayer no fue casualidad. A pesar de sus escasas actuaciones , se mostró muy brillante con el capote toda la tarde, especialmente en un quite al que abrió plaza. Dio la cara en todo momento, llevó el peso del festejo y cortó dos orejas que pudieron haber sido alguna más. Y está sentado mientras cientos de mediocridades pasean sus alamares por esas plazas de Dios. Así está esto.

La empresa Serolo habrá de saber, a estas alturas, qué es lo que no debe hacer en esta plaza si lleva idea de echar un rato por el Portillo. Ahí tienen tajo.

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