Espectáculos de bolsillo

La obra que estos días se presenta en el Teatro del Mercado tiene un título más que elocuente, Formato crisis. Y es que las compañías parecen haber encontrado en los montajes sencillos o micro un buen recurso para salir adelante, Lo micro está en alza, es decir, microteatro, micrópera, o incluso las representaciones que no llegan a ser micro, que dura unos 10 minutos, pero que apenas superan la hora de duración. Son espectáculos de bolsillo, tanto para el público como para las compañías, que así evitan los grandes gastos en producciones.

El microteatro se caracteriza por tres aspectos, si bien cabrían matices: su corta duración, que no tienen por qué realizarse en un espacio teatral al uso y que tratan temas ligados a la actualidad. Esta tendencia, que comenzó a verse en algunas salas o espacios en Madrid, también ha desembarcado con fuerza en Aragón. Un ejemplo claro es el de la compañía MikrÓpera que se dio a conocer en 2008 con el cuento Hansel y Gretel. Zelia Lanaspa, la directora, explica que la idea de crear el grupo surgió "porque habíamos pasado muchos años de conservatorio y no veíamos salida. Y se nos ocurrió, ¿por qué no hacemos algo nosotros? Nos apasionaba el mundo lírico". Los fundadores de MikrÓpera tenían claro su objetivo: "Queríamos coger montajes de ópera y reducirlos". Y hacerlos en castellano, para que el público, familiar, lo sintiese más proximo.

Lanaspa comenta que, a pesar de haber nacido casi al tiempo del estallido de la crisis, no pensaron mucho en ella al concebir la compañía. Confiesa que 2008 "fue un año de locos", porque su primer montaje tuvo mucho éxito en los centros cívicos. Pero no se durmieron en los laureles porque "hemos querido seguir haciendo cosas". Así, el martes, aprovechando el Día internacional contra el racismo, presentaron Plumas de seda, un cuento japonés en el que se intercalan arias de Verdi y Puccini.

Espacios 'underground'

Otro ejemplo de esta tendencia es el microteatro que ha popularizado en la ciudad el actor Santiago Meléndez . Inferno es la última de las cinco obras que ha realizado con Microteatro Zaragoza, representada en la antigua fábrica de chocolate Zorraquino. La obra, cuatro historias en forma de monólogo, hace referencia a la actualidad a través del drama. Meléndez explica que "la crisis agudiza el ingenio y se buscan otras formas de expresar".

Además de la fábrica de Zorraquino, este formato ha fomentado también que surjan otros espacios underground muy adecuados para el microteatro. Como la sala El extintor, en Las Armas donde la compañía de Meléndez presenta piezas como El cuarto oscuro o Aaaaargh, la morada.

Lo bueno del micro, según el actor, es que "el coste del montaje no repercute de cara al público porque no exige compensación económica". Además cuenta "la cercanía de los actores con el público, que obliga a una implicación mayor". Lo malo es que "no hay ayudas oficial y extraoficialmente" y a las empresas "les parece demasiado arriesgado". Hay una "ideología conservadora", dice.

Otros formatos, que se alejan por duración de lo micro aunque siguen siendo piezas ligeras, son los que lleva a cabo Tauro, como la obra Formato crisis. "Es una solución o una salida como artista, no necesitas demasiada producción y es algo cercano y novedoso para el público", explica el actor Jesús Sesma. "Como público estamos ávidos de cosas nuevas, que nos agraden y nos entretengan", remarca.