Especialista en Gracián, catedrática de Literatura de la Universidad de Zaragoza y ahora también Académica. El pasado 23 de mayo fue elegida para ocupar el sillón B de la Real Academia Española, aunque todavía no hay fecha para la lectura del discurso y la incorporación oficial.

--Era la única aspirante al sillón B de la Real Academia Española. ¿Tenía dudas sobre si saldría elegida?

--Yo siempre me distancio bastante de este tipo de cosas y procuro atenerme a los resultados. Incluso ahora no me lo acabo de creer por lo que supone de responsabilidad. Pero también he de decirle que estoy muy feliz del resultado.

--¿Y como lo vivió?

--Lo viví con serenidad y también pensando en la gran responsabilidad que tendría en el futuro; para estar a la altura de las circunstancias y leer con el tiempo un discurso que fuera fruto de un trabajo pensado y reflexionado; y por otro lado, por esa responsabilidad que contraiga una vez que entre en la Academia propiamente para poder entregarme a los trabajos que se me encomienden.

--Habla de responsabilidad. Pero, ¿cuál es el trabajo de un académico?

-- Dependerá de lo que la Academia me encomiende. Yo entraré con ánimo de aprender. Entonces tanto en el ámbito lexicográfico como en otras encomiendas que tenga la Academia, procuraré aportar el bagaje que llevo detrás; es decir en el ámbito de la Filología Española y particularmente de la Historia de la Literatura y también por qué no decirlo, en el del hispanismo.

--Qué le gustaría aportar?

--Creo que desde mi conocimiento de la Literatura Española, lo que supone el lenguaje visto desde la perspectiva de los clásicos. Pero nunca hay que olvidar que lo primero es la voz y luego la letra, pero la letra contiene también la voz. Esa voz que se escucha en los clásicos siempre ha de estar presente.

--Cuándo leerá el discurso?

--No lo sé, porque yo ahora estoy bajo el influjo de lo inmediato. Cuando pasen unos días y con materiales que yo tengo y otros en los que pudiera pensar, tendré que delimitar el ámbito en el que voy a trabajar. Como decía Gracián: 'Todos los comienzos son informes'. A mí me gustan mucho los comienzos. Es casi el momento más interesante de la investigación porque uno va descubriendo el camino por el que se va a andar más adelante.

--¿Gracián estará presente?

--Espero que sí pero no necesariamente. Yo no quiero hacerme deudora de ningún autor ni de ningún tema sino pensar algo que sea adecuado al momento y a las circunstancias y trabajar sobre ello. De Gracián no me voy a olvidar nunca porque es mi alterutrum, como él decía.

--Está muy valorado entre los especialistas, pero en la calle...

--No es extraño porque es un autor difícil y luego este país es a veces desconsiderado con sus mejores autores. Sopenhauer decía que El críticon era uno de los tres mejores libros del mundo. Y resulta paradójico que a Gracián o a Calderón se les aprecia quizá mas en Alemania, Austria que en España. Esperemos que eso cambie con el tiempo. Gracián ha tenido una especie de resurrección popular con el Oráculo manual y arte de prudencia pero curiosamente no a raíz de una moda española sino una moda refleja que nos ha venido de EEUU por la traducción que hizo Cristopher Maurer al inglés, que tuvo una repercusión impresionante y que se ha reflejado, qué se yo, hasta en un anuncio de un coche de la Fiat en Alemania, en la que que aparecía una chica rubia, muy guapa y debajo ponía La pasión pinta de sus colores cuanto toca, Baltasar Gracián. No me diga que no es un reclamo publicitario bonito.

--Blecua como mentor... sustituye a Borau en el sillón B...

--Don José Manuel Blecua fue para mí un maestro y un amigo cuando yo fui a Barcelona, recién llegada de la Universidad de y luego ya al acabar la especialidad, me orientó la tesis hacia un tema aragonés: La influencia de Góngora en la poesía aragonesa del siglo XVII. De Blecua aprendí mucho, sobre todo, el estudio y la lectura de los clásicos como algo vivo; y eso lo transmitía muy bien en las clases. Y en cuanto a Borau, era un hombre entrañable; no lo conocí tan profundamente pero tuve con él cierta amistad que emanaba de tener una amiga común, Carmen Martín Gaite, y mantuve alguna correspondencia, Y el hecho de ser aragonés también importa.

--Usted se siente aragonesa o castellana, porque aquí siempre nos la apropiamos.

--(risas). Yo creo que no hay que ser tan firme. Me siento una persona de los lugares por los que vivo y paso. Uno es lo que los demás consideran que es. Si los demás me consideran aragonesa por lo que he hecho, por la literatura y viviendo en esta ciudad, seré eso que piensan los demás de mí.

--Está preparando los exámenes. ¿Va a celebrar con sus alumnos el nombramiento dándoles un aprobado general?

--Bueno (risas). Esas cosas nunca se regalan, se las merece uno. Creo que la calificación tiene que se justa sobre todas las cosas. En el ámbito de los afectos, ayer me emocionó que vinieran a felicitarme a mi despacho porque yo he tenido vocación de profesora toda mi vida y llevo nada menos que 45 años enseñando.

--Qué opina de lo recortes y la nueva Ley de Educación?

--La verdad es que estamos en un momento de crisis aguda. Yo lo siento sobre todo por los investigadores y por aquellos que no se decidan a investigar porque no tienen posibilidades. Y en relación a las leyes, los partidos tendrían que ponerse de acuerdo para no estar cambiando continuamente de plan de estudios. La universidad se va a morir de inanición por la burocracia tremenda y la pérdida de tiempo y de dinero que ello supone. La educación debe ser prioritaria porque los alumnos son el futuro y el futuro no se puede destrozar con cambios constantes que lejos de ayudar, empobrecen.