La célebre escena del baturro gritando al tren que se acerca "¡Chufla, chufla, que como no te apartes tú!", se filmó en agosto de 1935 en Borja.

La incorporó Florián Rey, ese director de cine nacido en La Almunia, que podía dar sopas con ondas a sus colegas, gracias a su aprendizaje de los mecanismos del cinematógrafo, aprendidos en París.

Florián se encontraba en la cúspide de su carrera, obsesionado con lograr un producto nacional reconocible en el mundo, con la exhibición de los valores patrios más auténticos. Lo que en boca de otros se definía como españolada, él valoraba por encima de todo que la inversión de los capitalistas les ofreciera dividendos.

Rodó Nobleza baturra en el verano del 35 en varios escenarios de la provincia de Zaragoza. La película suponía un remedo de la producida por Joaquín Dicenta hacía diez años, en riguroso mudo. Aquel cine previo a 1929 se empeñaba en algo surrealista: realizar filmes musicales cuando aún no se había inventado el sonido. La Nobleza baturra de Dicenta fue despreciada incluso por los propios aragoneses, que vieron en la mano del dramaturgo un excesivo interés por pintarnos grotescamente palurdos. Pero el propio Dicenta se frotaba las manos gracias a los apabullantes beneficios que proporcionó el filme. Es quizás la cinta más rentable de la historia del cine...

Imperio Argentina

Florián Rey tomó el argumento y lo dulcificó con el empeño de que todo lo que apareciese en pantalla tuviese apariencia de naturalidad; los mozos y arrieros que trabajaron como extras vistieron sus propios y ajados ropajes. Los escenarios eran naturales y la réplica construida en Madrid debía guardar esa rotunda calidad originaria.

Al frente del elenco se situó su joven esposa, la estrella Imperio Argentina, una mujer que entendía tanto de técnica cinematográfica como el propio Rey. Pero sobre todo, Imperio, mostraba tal empeño por darle un tono aragonés a su papel, que se pasó días conviviendo con la gente de Bisimbre preparando y ensayando esa delicia de jota que es Va delante de su madre, hasta lograr un tono inequívocamente maño. Se cuenta que fue el propio párroco de la localidad el que le repasaba a diario el tono y el acento-

Junto a Malena (así conocida Imperio Argentina), casi siempre estuvo en todos los filmes, un personaje de marcado toniquete andaluz: Miguel Ligero. También se empeñó en mostrar habilidad con los rasgos maños, lo que le llevaba a exagerar hasta la caricatura, el temperamento local. Miguel Ligero fue uno de los más aplaudidos cómicos españoles de la época, un ser dotado para la extravagancia y la sal gruesa, que el público admiraba con auténtico fervor.

Fue Miguel Ligero el que encarnó el personaje de Perico, que ha dibujado el carácter más ancestral aragonés: la tozudez. Desde que Ligero montó en el burro y fue visto en el mundo entero, los chistes poco originales nos atribuyen un carácter que roza la estupidez. Florián Rey quiso incorporar esta escena, que en absoluto era original. Ya la rodó Joaquín Dicenta en su versión muda, que sin duda la extrajo de algún chascarrillo de Calleja, y probablemente el cuentista la pescó de Nogués o de alguna zarzuela u opereta.

La escena, pues, con Miguel Ligero y el burro, se filmó en las vías del tren de Borja a Cortes, según cuenta en su ensayo dedicado a Florián, Agustín Sánchez Vidal. Miguel Ligero se subió al burro y con ingenua osadía le gritó al tren que se aproximaba la famosa amenaza ya hoy universal. Florián Rey rodó la secuencia con una maestría admirable: en el momento en que la locomotora está a punto de arrollar a Perico, entra en una vía de bifurcación y evita la colisión. El público rompía a aplaudir al constatar que en efecto, la tozudez del maño podía más que todas las amenazas en forma de artilugios mecánicos.