El miedo no es una película de terror. Pero da terror. Nos propone un viaje al infierno, el de una mujer maltratada y sus dos hijos. Y lo hace sin mostrar ni una bofetada. Es una reflexión sobre la maldad y la anulación de la identidad. El miedo tiene muchas posibilidades de entrar en el palmarés de la Seminci, donde ayer fue presentada por Jordi Cadena, y sus protagonistas Roser Camí e Igor Szpakowski.

Es una película sutil. Solo al final la sutileza se evapora y el espectador es testigo de un hecho tremendo. El personaje de Madaula no da miedo ni por lo que dice ni por lo que hace sino por sus miradas y sus silencios. No hay muchos diálogos, pero, como espectador, el terror lo sientes igual al entrar en la casa de una familia barcelonesa de clase media-alta y ver los ojos de la madre y los hijos. "El padre --explicó Cadena-- no es un enfermo mental sino un psicópata que actúa movido, entre otras cosas, por el odio. Para él, la culpa es siempre de los demás a pesar de que lo que de verdad le aterroriza es quedarse solo. Mi objetivo ha sido huir de clichés".

Una película como El miedo no puede funcionar si los personajes no resultan creíbles. No es el caso. A pesar de la buena acogida en la Seminci, Cadena no se cortó y pronosticó un seguro batacazo en la taquilla cuando llegue a los cines (el 22 de noviembre). "Nos vamos a pegar todos un batacazo. Seguro", destacó. A la hora de responder por qué, el director recurrió a su experiencia como profesor de guion. "Mis alumnos quieren dedicarse al cine. Pero entre el 60% y el 70% no ve ninguna película española por principio. Y cuando les hablas de la piratería, el 80% está a favor de ella y de la cultura gratis. ¿Cómo desmontamos eso? No lo sé. Es muy complicado".