¡Por Tutatis! Tal día como ayer, un 29 de octubre de 1959, Astérix y Obélix nacían en el primer número de la revista Pilote de la mano de René Goscinny (fallecido en 1977) y Albert Uderzo, de 86 años. 54 años y 34 álbumes después, qué mejor regalo que seguir alimentando los 350 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo: la aventura número 35 de los irreductibles galos, Astérix y los pictos (Salvat), la primera que no lleva la firma de sus creadores y ambientada en Caledonia, la Escocia romana, ya lidera el ránking de esta semana tras cinco días en librerías. Sus nuevos artífices, el guionista Jean-Yves Ferri y el dibujante Didier Conrad, ambos nacidos, como Astérix, en 1959, y sus seguidores de niños, la presentaron esta semana en Barcelona.

"Hemos mantenido el espíritu y sus valores, la solidaridad, la libertad, la resistencia, pero sobre todo la amistad entre pueblos y el intercambio cultural. Astérix y Obélix no paran de aprender tradiciones de los pictos, muy distintas a las suyas, como los pictogramas, el agua de malta, el juego del lanzamiento de troncos, los clanes, su idea de comunidad...", explica Ferri, a quien le gusta Obélix, por "su carácter imprevisible y vivo; es como un niño".

Heroína no estereotipada

"Reflejo de que los tiempos han cambiado damos un papel más activo a las mujeres --añade Conrad--. Tanto en la aldea como en Caledonia, con la heroína de los pictos, Camomila. No son estereotipos ni se basan en tópicos femeninos". Consecuente, el dibujante elige, por esa misma originalidad, a la reina egipcia de Astérix y Cleopatra como su personaje preferido.

Sí, las mujeres de la aldea gala mandan más y, fascinadas por el kilt del robusto náufrago picto --Mac Loch--, visten a sus hombres con la "exótica" falda escocesa. A todos menos a Astérix y Obélix. "Seguimos la tradición, ellos nunca han vestido las indumentarias locales de los lugares que han visitado", dice Conrad, lamentando que en la promoción de márketing sí aparecieran con ella y eso creara expectativas en los lectores.

Ferri y Conrad, un dúo que durante la entrevista se muestra tan cómplice como se intuye por el resultado del reto que era tomar el relevo de Goscinny y Uderzo --"una tortura mental por la presión que suponía fallar"--, defienden que, pese a ser un trabajo de encargo, lo sienten como "de autor, de creación propia". "Si no hubiéramos aportado algo nuevo, un tono distinto, no funcionaría, sería una copia. Las historias de Astérix son tradicionales, cuadriculadas, y es en el carácter de los personajes donde puedes intervenir, jugar y dar matices nuevos", explica Ferri. Un ejemplo: la intimidad de una escena que prima lo afectivo donde la mujer del jefe Abraracúrcix, Karabella, le recuerda cómo la hacía soñar cuando era un joven guerrero pelirrojo.

Pero nadie echará de menos la poción mágica, el bardo insoportable, los piratas náufragos, los menhires, los jabalís que tanto gustan a Astérix, los juegos de palabras (aunque algunos se pierdan en las traducciones) y, ¡cómo no!, el banquete de la última viñeta. Y, aunque hay guiños actuales, como la caricatura del actor Vincent Cassel en el personaje de Mac Abeo --"en el cine ya suele ser el malo"--, la universalidad e intemporalidad se mantiene. "En Escocia creen que cuando nos referimos a la creación de Nueva Caledonia es un guiño al referendo sobre la independencia. Pero no lo pensamos así. Es terreno sensible. Hoy todo está politizado. Pero eso demuestra que Astérix tiene distintos niveles de lectura, que puede llevar a distintas interpretaciones según el prisma, la edad, la época, el lugar", opina Ferri. "Si se lee Astérix cada 10 años, cada lectura será diferente", añade el dibujante, al que Uderzo tuteló con sus consejos. "Es exigente pero no maniático ni intrusivo. Si pide algo no es por capricho".