ARTISTA Los Van Van, en la gira de celebración de 45 años de carrera

LOCAL Sala Oasis, de Zaragoza

FECHA Jueves, 19 de junio

ASISTENCIA 400 espectadores

El 18 de junio de 1999 el grupo de timba (salsa, dicho a lo isleño, vaya) Los Van Van actuó en la sala Oasis, donde congregó a un buen número de miembros de la comunidad cubana en Zaragoza y facturó un espectáculo vibrante y pleno de ritmo interno, bajo la batuta del maestro Juan Formell. Quince años y un día después (el jueves pasado, o sea) el grupo volvió al escenario de Oasis (ya sin la dirección de Juan Formell, fallecido el pasado mes de mayo), convocó de nuevo a la cubanía cesaraugustana y armó una actuación que- es mejor olvidar. ¿Qué ha pasado en esos 15 años, más allá de la ausencia del líder, para que una banda de lujo se transforme poco menos que en una orquesta de bolos? Probablemente muchos cambios en la formación y una dudosa puesta al día para conquistar nuevos públicos.

Sean cuales sean los motivos de esa mudanza, lo cierto es que, quienes no tenemos con el grupo la complicidad que proporciona compartir origen, no reconocimos en él (tan numeroso como de costumbre, eso sí) a aquellos vigorosos timberos que hacían malabares con la tímbrica y la cadencia en canciones como Sandunguera, El baile del buey cansado, Esto te pone la cabeza mala, Aquí el que baila gana, Muévete- Ni una de esas piezas (y eso que la celebración de 45 años de carrera bien merecía un repaso a lo más florido del repertorio) sonó el jueves en Oasis. Eso sí: mucha palabrería y mucho recordatorio (algo forzado) a quien fue el artífice de Los Van Van, mucho colegueo con el espectador, un sonido hojalatero y un programa muy del gusto doméstico, en el que no faltaron algunos números de empalagosa salsa romántica.

Como es habitual en los conciertos de Los Van Van, no faltaron voluntarios (ellos y ellas) del público para subir al escenario y agitar con frenesí curvas y lycra. Hasta el encargado de cortar el jamón en la zona VIP (zaragozano) hizo sus pinitos como danzante caribeño. Un despropósito vaya. Uno más en una noche en la que, lamentablemente y al contrario de lo que dice su nombre, Los Van Van no vinieron como esperábamos; es más yo diría que se fueron de vaina. Se van, se van, se van.