Resulta dramático comprobar la vigencia de una película rodada hace un año y que hoy aún es más oportuna tras la sensación de impunidad que causan los hechos de corrupción que copan la información diaria. Justino y Ramón son dos antihéroes que emplean métodos poco ortodoxos para desenmascarar a los realmente violentos, aquellos que causan sufrimiento robando el dinero público. Estaregui ha logrado con escasos recursos y una valentía digna de admiración estrenar una película que conmoverá a los espectadores y en más de una ocasión los identificará con sus dos protagonistas, dos quijotes modernos que establecen un viaje sin retorno y de