Puede que Hollywood en efecto sea, como definió Edward Bernays en 1928, "el mayor instrumento de propaganda del mundo", pero en todo caso su pluralismo es irreprochable. Si el cine americano lleva años siendo acusado de dar voz solo al progresismo que encarnan Sean Penn, George Clooney y Matt Damon, ahora El francotirador nos recuerda que también los valores más reaccionarios tienen su merecida promoción. Después de todo si Clint Eastwood convierte en un héroe a Chris Kyle, que se vanagloriaba de todos los "salvajes" que había matado y que lamentaba "no haber matado más", ¿no está el cineasta legitimando el asesinato por la patria? Y si la Academia de Hollywood incluye El francotirador entre las candidatas al Oscar a mejor película, ¿no está haciendo exactamente lo mismo?

Iraquís como invasores

No es la primera vez que los académicos dejan aflorar al John Rambo que llevan dentro. De hecho, la película de Eastwood posee incontables similitudes con En tierra hostil, que ganó el Oscar a la mejor película en el 2010. Ninguna de las dos se interesa por quiénes son las personas que los soldados americanos mataron, ni por el país donde lo hicieron, ni qué hacían allí. Según su lógica, los iraquís son los invasores y no los invadidos, y son retratados casi en su totalidad como unos bárbaros cargados de odio irracional contra los heroicos soldados que han viajado allí para liberarlos.

Tras su triunfo con En tierra hostil, la directora Kathryn Bigelow y el guionista Mark Boal volvieron a trabajar juntos en La noche más oscura, que recreaba la caza de Osama Bin Laden y que también fue candidata al más preciado de los Oscar. Boal trabajó codo con codo con la CIA, e incluso dejó que se lo corrigieran. De hecho, la CIA tiene su propio departamento cinematográfico, encargado --en sus propias palabras-- de "garantizar un retrato apropiado de la Agencia y de la dedicación de quienes la integran". Es probable que tuvieran algo que ver en, por ejemplo, el modo en que la guerra contra el terrorismo acababa siendo justificada por United 93.

¿Y qué decir de Argo, de Ben Affleck, que recurrió a la propaganda proamericana con tal pulcritud que acabó ganando el Oscar al mejor filme en el 2013? Cierto que su recreación de la crisis de los rehenes de Teherán en 1979 empezaba recordando cómo el pueblo iraní había sido oprimido durante décadas, pero el resto del metraje los trataba como meras hordas de fanáticos gritones. Y Affleck no hacía mención alguna de que los héroes de la película, de nuevo la CIA, habían sido los responsables de dicha opresión al esponsorizar el golpe de estado que puso al shah Reza Pahlevi al frente del país.

Argo no solo se acabó llevando la estatuilla. En un momento en el que las relaciones entre EEUU y el régimen de Ajmadinejad eran particularmente tensas, fue nada menos que Michelle Obama quien, escoltada por dos muchachos con uniforme militar, subió al escenario para entregarles el Oscar a los productores del filme. Entre ellos, sorpresa, se encontraba George Clooney. ¿Es o no es la propaganda de Hollywood plural?