Cuando, hace 30 años, se entregaron los primeros premios Independent Spirit, el asunto era una pequeña cena. En las siguientes ediciones fue asentándose un dicho entre los premiados, "gana el sábado, pierde el domingo", una forma de reconocer la brecha entre la comunidad de creadores y protagonistas de un cine hecho fuera de los grandes estudios y los académicos que entregan los Oscar un día después de los Spirit. Esa distancia se ha ido acortando y nunca como este año ha quedado más claro el acercamiento.

Era difícil pensar que no se repetirían como un eco ayer en la gala de los Oscar nombres escuchados el sábado en la carpa en la playa de Santa Mónica: Birdman como mejor película, Richard Linklater como mejor director (Boyhood), premios de interpretación para Julianne Moore, J.K. Simmons y Patricia Arquette, mejor documental para Citizenfour... Solo que se repitiera el triunfo de Michael Keaton era menos seguro ante la competencia de Eddie Redmayne (no competía en los Spirit al ser La teoría del todo británica) y el reconocimiento al guion de Nightcrawler (premiada también como ópera prima) enfrentaba en los Oscar a El Gran Hotel Budapest, que con sus 30 millones de dólares de presupuesto supera en 10 el límite para optar a los Spirit.

Josh Welsh, presidente de Film Independent, el grupo que entrega los premios, había racionalizado días atrás lo que está ocurriendo. "Los estudios están haciendo muchas películas de franquicia que no están siendo reconocidas en los premios y los títulos que se reconocen son auténticamente independientes --había dicho--. Es emocionante".

El orgullo rezumaba también en los presentes. González Iñárritu, al recibir el galardón a la mejor película, habló de los cineastas independientes como "animales amenazados con la extinción" y Ethan Hawke aseguró que "Hollywood mantiene la industria a flote pero los independientes la mantienen viva". Al recoger el premio de Linklater por Boyhood, Hawke transmitió una de las ideas del tejano: "Queda mucho por hacer y no va a ser contado por la América corporativa sino por vosotros".

También Dan Gilroy, autor de Nightcrawler, alabó a los independientes por "aguantar el tsunami de superhéroes que ha arrasado esta industria" y Arquette e Iñárritu incluyeron en sus agradecimientos a las distribuidoras que apuestan por el riesgo, por cintas como Whiplash, hecha en 19 días, o Siempre Alice, rodada en 25 y a la que Moore llevaba incluso sus propios "sujetadores y comida", tal como ella contó.

Hubo galardón para Ida, un reconocimiento a Foxcatcher y el premio Robert Altman para Paul Thomas Anderson y su Puro vicio, pero la mayor ovación la recibió Justin Simien, mejor primer guion por Dear white people, que pone con humor el dedo en la llaga del tema racial.