La obra de Ando Hiroshige (1797-1858), uno de los artistas japoneses más reconocidos e influyentes del arte contemporáneo, evoca el renacer cultural de su país en el periodo Edo (1603-1868) en una exposición en el Museo de Zaragoza que recrea las costumbres de una época de prosperidad económica.

Descendiente de una familia de samuráis de bajo rango y miembro de la Escuela Utagawa, la más afamada de la época, Hiroshige realizó numerosas estampas del paisaje japonés y grabados del género denominado 'ukiyo-e', que significa pintura del mundo que fluye.

Parte de su obra es la que se expone ahora en el Museo de Zaragoza, que guarda entre sus fondos una colección de arte de Asia Oriental legada por el catedrático emérito de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza Federico Torralba Soriano (1913-2012), quien sentía predilección por el artista japonés.

Estampas, libros ilustrados, planos, pinturas, caligrafías, lacas, armaduras, katanas y cualquier objeto cotidiano de la época, como estuches o peinetas de las geishas elevados a la categoría de arte, componen la muestra 'Hirosige y su época', de 150 piezas, que podrá verse a lo largo de todo el año, ha explicado hoy uno de los comisarios de la obra, David Almazán.

La exposición, situada en la primera planta del museo, se divide en varios apartados y comienza con estampas coloridas de las 53 estaciones de la 'Ruta del Tokaido', que unía a lo largo de 500 kilómetros la ciudad de Edo, actual Tokio, con la capital imperial de Heian, ahora Kioto.

Con un realismo que revela las costumbres y hábitos de los habitantes de la época, Hiroshige es capaz de plasmar en estas estampas el "alma de la naturaleza", el lirismo del viento, la bruma y el mar aportando a su obra un sentido poético, ha señalado la comisaria Elena Barlés.

Del paisaje y la naturaleza, protagonista en el arte japonés, la exposición se detiene en 'La ciudad de Edo', capital administrativa y ejemplo de la expansión urbana en la época, ya que fue creada en el siglo XVII y se convirtió en una de las más pobladas del mundo cien años después.

En este apartado se reflejan los rincones de una ciudad llena de vida, con una cultura popular de gran vitalidad y carácter hedonista, a través de grabados y de piezas vinculadas al tabaco, la vestimenta y el ritual del incienso, ha indicado Barlés.

Por último, la exposición se centra en la vida religiosa de Japón, marcada por la religión sintoísta y budista, y en el mundo de los samuráis en una etapa dominada por la familia Tokugawa, en la que Japón vivió en paz y aislado del resto del mundo.

Los dos comisarios de la muestra, Elena Barlés y David Almazán, han apuntado que la obra de Hiroshige influyó en el arte contemporáneo de Oriente y Occidente hasta el punto de que no se puede explicar sin él.

"Van Gogh y Monet, por ejemplo, tenían en su colección obras de Hirosige", ha señalado Almazán.

La exposición ha sido inaugurada hoy por la consejera de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, Dolores Serrat, junto al embajador de Japón en España, Kazuhiko Koshikawa, y el director general de Patrimonio, Javier Callizo.