"Otra vez, mamá, me dice mi hijo, otra vez rechinabas los dientes por la noche". "¿Me crujían otra vez? Lo siento". "Como si masticaras piedras". Halina tiene 42 años y cada noche recibe la visita de su marido en su casa de Rizvanovici. Ese poblado que en 1992 quedó vacío y la vegetación se comió las plantas. Demasiado peligroso para un musulmán estar tan cerca de los serbios. El marido de Halina desapareció durante la guerra de Bosnia. Como la mayoría de varones del pueblo pero Halina no ha podido enterrarlo porque no ha aparecido su cuerpo. Una vez concluida la guerra de Bosnia, el polaco W. L. Tochman acompañó a la doctora forense Ewa Klonowski en la búsqueda de la verdad. De ahí surgió Como si masticaras piedras. Sobreviviendo al pasado en Bosnia que, ahora, cuando se cumplen casi 20 años del final de la guerra, Libros del K.O. ha traducido por primera vez al castellano.

Y dos décadas después, el relato duro, casi agónico pero muy necesario, casi como sanador de lo que el ser humano es capaz de realizar cuando está fuera de control, está muy vigente. Porque el relato de esas mujeres que lo perdieron casi todo en la guerra de Bosnia es, en manos de Tochman, una reflexión universal sobre el duelo, la pérdida, el dolor, la vergüenza y hasta el perdón. El periodista polaco ha recogido eso que sucede cuando las armas ya no disparan y la actualidad informativa se traslada a otra parte del mundo.

Todo eso que conllevaron los Acuerdos de Dayton de los que salió una Bosnia en paz pero con el conflicto muy latente. Un país ingobernable que, en realidad, son tres (la parte croata, la bosniaca y la serbia). Un lugar donde, según Dayton, los expulsados pueden recuperar sus casas y reconstruirlas con ayuda de la UE. La realidad es que ni los bosniacos (bosnios musulmanes) quieren volver a lugares como Srbrenica (que los acuerdos colocaron en Sprska, entidad de los bosnioserbios) ni los serbios quieren recuperar sus casas en la otra parte del país. Y si lo hacen es para venderlas después.

Tochman recoge en un relato lapidario las consecuencias de una guerra que Europa no quiso (o no supo, cada cual con su pensamiento) parar y que deja imágenes como que, cada año, grupos de madres y viudas musulmanas acudan a Srbrenica (donde los serbios mataron a más de 7.000 personas en apenas unos días), al memorial que está protegido por autoridades serbias porque Dayton decidió que Srbrenica fuera parte de Srpska. Aunque los serbios no quieran vivir en esa "ciudad musulmana".