Debe de ser muy difícil ser mujer y hacer cine en Irán. Y todavía más ir por el mundo con una película bajo el brazo que pone de manifiesto la discriminación social a la que se ve sometido el género femenino en un ambiente dominado por la autoridad patriarcal y por la censura religiosa. Ida Panahandeh es una joven valiente por haber conseguido sacar adelante Nahid, la película que, tras pasar por la sección Una cierta mirada en Cannes, se presenta en la Sección Oficial del Festival de Valladolid y que nos introduce en el calvario de una mujer separada que no puede reconstruir de nuevo su vida sentimental junto a otro hombre porque tendría que renunciar a la custodia de su hijo.

Nahid no tiene derechos. Se encuentra supeditada a las decisiones de un ex marido drogadicto y a las presiones de una familia que no acepta la posibilidad de que pueda seguir adelante. Nahid no es libre. E Ida Panahandeh, por desgracia, nos tememos que tampoco lo es. Al menos esa es la sensación que ha dado después de comparecer ante los medios y de conceder una entrevista para El Periódico de Catalunya donde se niega a reconocer que en su país exista la censura: "Se piensa que hay censura en Irán, pero en realidad existe en todos los países. Lo que pasa es que se disfraza de una manera diferente".

Todas las líneas de su discurso parecían enfocadas para eludir cualquier tipo de valoración en torno al régimen de su país y a las medidas que coartan la libertad de expresión y que han causado la condena de cineastas como Jafar Panahi. "Lo que hay que hacer es no mostrar ningún tipo de doble intención, sino retratar las cosas con transparencia. No hay necesidad de agravar o empeorar los problemas", sostiene la directora iraní.

Quizás sla película que ayer presentó en Valladolid Nahid sea una forma de rebelarse contra las ataduras del sistema y hablar de temas importantes que han de tratarse con suma delicadeza para no levantar suspicacias. Algo que, al fin y al cabo, llevan haciendo la mayor parte de los cineastas iranís partiendo del propio Abbas Kiarostami, cuyas obras siempre han estado marcadas por una crítica soterrada aunque fuera a partir de temas aparentemente banales.

Para Ida Panahandeh "la belleza del arte es precisamente introducirse en otra cultura sin necesidad de explicaciones". A nosotros nos hubiera gustado que en sus palabras subyaciera algún tipo de mensaje subrepticio sobre su opinión personal acerca de esa cultura a la que pertenece, y de ese país en el que vive. No ha podido ser, y en cierta forma, esa autorrepresión resulta más reveladora después de contemplar ese poso liberador que en el fondo contiene su película.