Tomás Sánchez Bellocchio (Argentina, 1981) vive entre México, Argentina y España y, aunque es publicista, asegura que, desde que tiene memoria, ha dedicado mucho tiempo a escribir. Ha publicado cuentos, crónicas y ensayos en diferentes revistas y sitios literarios y ha colaborado en la antología Emergencias, doce cuentos iberoamericanos (Candaya, 2013). Ahora ha publicado su primer libro Familias de cereal (Candaya, 2015), un recopilatorio de 12 cuentos en los que trata temas clásicos, como el amor o la muerte, y cómo las nuevas tecnologías han influido en ellos. La semana pasada estuvo en Zaragoza presentándolo.

--¿Qué es una familia de cereal?--Es una familia disfuncional, extraña, donde hay unas reglas distintas al resto del mundo. En muchos de mis cuentos hay una especie de mirada extraña que entra en una casa, a una familia que tiene sus traumas, sus dolores, sus vínculos extraños. Es un contraste entre las miradas y la familia como un lugar de dolor, donde nacen todos los traumas del mundo.

--Aunque los cuentos son independientes, ¿qué relación hay entre ellos?--Cada cuento fue escrito de manera independiente y sin pensar que sería un libro. Algunos tienen más de 10 años y otros los escribí poco antes de finalizar el libro. Lo que los vertebra es esa preocupación, esa mirada sobre la familia. Y la parte digital, que vertebra y conecta todos los cuentos. La tecnología aparece como un conector y como símbolo del vacío, de la incomunicación. Pero al mismo tiempo, permite salvar la memoria de alguien, por eso hay una especie de ambigüedad de la tecnología en los cuentos.

--¿Cómo es escribir cuentos hoy en día?--Es difícil. Borges dice que la biblioteca es un paraíso, para mí la librería es un infierno. Hay tanto para leer, hay tanto que se publica, que a mí me preocupa cómo llegar a ciertos lectores y a hacer algo que sea interesante. Es una preocupación egocéntrica, quizá, del escritor. Yo creo que hay que trabajar la tradición y también cosas nuevas, trato de escaparme del lugar común y tratar de jugar y explorar cosas nuevas.

--¿Cómo han cambiado la tecnología, la publicidad o Internet los grandes temas de la literatura como el amor, la muerte, la soledad...?--No creo que los temas cambien, creo que son las preocupaciones de siempre. Las historias son como un sistema de conocimiento alternativo que nos permiten ir llegando a cierta comprensión de esos temas y la tecnología es simplemente lo que tenemos hoy en día a mano para seguir viviendo. Me interesa cómo se va metiendo en nuestras vidas y va alterando nuestras historias. La tecnología me parece interesante como nueva metáfora del mundo, pero no creo que cambie o modifiquen lo que nos hace hombres, raza humana.

--¿Cuáles son tus próximos proyectos?--Creo que este viaje fue un poco un golpe de realidad, me he dado cuenta de lo frágil que puede ser la literatura. Mueve muy poco o quizás son muchos miles de pequeños mundos, es difícil vivir de ella. Yo ya tengo una profesión armada que me da de comer, con la que vivo bien. Me interesa poder combinar las dos, de alguna manera me permite escribir más libremente sin tener presión por publicar o lo que sea. Al mismo tiempo me pasa que me da una mirada más fresca. En el mundo de la literatura veo mucha autoreferencialidad y metaliteratura que a veces me cansa. Gente que venga de otros ámbitos a veces puede dar una mirada más fresca. Y estoy, para hablar más concretamente, con un libro de cuentos casi terminado y estoy con una novela a medias. Siempre dije que no iba a escribir una novela pero a veces uno va creciendo y te das cuenta de que cuando vas manejando el mecanismo del cuento tienes ganas de otros desafíos y animarte.