Carlos Lasierra hace un repaso a las iglesias mudéjares y su restauración
EFE
El historiador Carlos Lasierra repasa a través de 1.000 páginas las iglesias mudéjares del siglo XVI que existen en Aragón, la mayoría rehabilitadas pero no siempre con un resultado fiel a la evolución que experimentó el templo a lo largo de los siglos.
"La arquitectura religiosa mudéjar del siglo XVI en Aragón" actualiza la tesis doctoral que Lasierra defendió en 1987, ya que incluye la totalidad de las iglesias que permanecen en pie y el estado que presentan en la actualidad.
Se trata de dos tomos de 500 páginas, muy gráfico, con gran cantidad de fotografías tanto en blanco y negro como a color en las que se recogen imágenes de las iglesias en los años 80 y de la actualidad y que para facilitar la divulgación y abaratar el coste se distribuye también en blanco y negro, ebook y pendrive, sistema este último que incluye otras investigaciones del autor, documentales y dos audiovisuales.
El mudéjar del siglo XVI, un arte de raíz musulmana que utilizaba elementos constructivos de otros estilos artísticos como el gótico o el renacimiento, se extendió fundamentalmente por el valle del Ebro y sus afluentes, por lo que sobre todo se localiza en la provincia de Zaragoza, "poco" en Teruel y "muy poco" en Huesca.
Además de por la planta del templo, que cuando eran de nueva construcción eran de una nave con bóveda de crucería estrellada, ábside octogonal y capillas entre los contrafuertes, también se caracterizan por las torres, un machón central que desapareció a finales de siglo y que podía ser cuadrado, octogonal o mixto, entre los que destacan los de Villamayor y Utebo.
Según ha explicado a Efe el historiador, la iglesia no se daba por terminada hasta que el interior no estaba revocada de yeso, una labor que correspondía a las mujeres, por lo que ha advertido que picar el yeso para dejar a la vista el ladrillo como se hace en algunas rehabilitaciones "es falsear la realidad".
En este sentido, también ha puesto como ejemplo de una restauración que, ha reconocido, "no me ha gustado", la torre de la iglesia de Encinacorba, en la que "se cargaron el remate auténtico del siglo XVI", y cuyo resultado final no respeta la evolución a la que se había sometido el machón en sus diferentes etapas.
El exterior estaba decorado con mucha cerámica, una forma con la que los constructores, en su mayoría de origen musulmán, trataban de "desmaterializar las estructuras arquitectónicas de los edificios" para dar la sensación de que se trata algo efímero y etéreo ya que para ellos el único que puede permanecer es Alá.
Carlos Lasierra cree que este arte se permitía no solo porque era "una forma de atraer nuevos fieles", ya que en 1526 se había producido la conversión forzosa al cristianismo, sino porque era el estilo que gustaba en la época.
Los templos también hablan sobre la situación social y económica de la época y reflejan que en Aragón el siglo XVI fue de "esplendor económico", algo que queda patente en las iglesias de las zonas agrarias más ricas o con vías principales de comunicación como las que hay en la zona de alrededor de Zaragoza o el valle del Jalón entre la Almunia y Calatayud.
No obstante, la mayoría se construían en ladrillo o rejola, con excepciones como la de Fuentes de Jiloca, cuyo templo primitivo se tiró y se levantó uno nuevo más grande, con columnas y piedra de sillería a imitación de la iglesia de Ibdes y con una torre de ladrillo como la de Paniza, por ser, según Lasierra, las que más habían gustado a los constructores.
El estilo mudéjar, ha explicado el historiador, pervivió hasta el siglo XX como se puede observar en algunas edificaciones fabriles como la chimenea de la antigua Azucarera de Zaragoza, que en su parte inferior o superior presenta decoraciones de tradición mudéjar.
El libro se presenta esta tarde en el Ayuntamiento de Calatayud y el próximo 4 de marzo en Zaragoza, y también se dará a conocer en Tarazona, Belchite y Cariñena.
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