BIENAL DE FOTOGRAFÍA

Moscú, con la boca abierta

Cristina García Rodero inaugura en la capital rusa una muestra con imágenes tomadas a lo largo de 43 años de carrera La exposición refleja la obsesión de la fotógrafa por las fauces

MARC MARGINEDAS

Son 55 fotos, realizadas a lo largo de 43 años de trabajo profesional, en los cinco continentes y con un hilo conductor: sus protagonistas aparecen en todas "con la boca abierta". Así es precisamente como se titula la muestra de la fotógrafa de Puertollano Cristina García Rodero que se ha inagurado en el centro de exposiciones Manezh dentro de la Bienal de Fotografía de Moscú, organizada por el Instituto Cervantes y el Centro de Arte Tomás y Valiente de Fuenlabrada, y que cuenta con la colaboración de la Embajada de España en Rusia.

García Rodero explica las razones de escoger un amplio elenco de momentos vitales, desde procesiones religiosas en España hasta trances caribeños, pasando por nacimientos, muertes y celebraciones del orgullo gay, en los que sus fotografiados aparecen siempre con las fauces expeditas: "En 1979, me fijé en una familia que iba en una peregrinación de gracias para ofrecerle un cordero a la virgen por algún favor recibido. Durante toda la misa, vi cómo las niñas pequeñas dormían, bostezaban, ponían unas caras rarísimas, simpatiquísimas".

Llanto de vida y muerte

Aunque ese fue el punto de partida de esa particular obsesión de García Rodero por la boca, su inquietud fue desarrollándose a medida que maduraba como fotógrafa. "Con el tiempo me di cuenta de que la boca era más que un bostezo, que el aburrimiento; que por la boca se expresan todas las emociones; es hablar del llanto, el grito, la sonrisa, la alegría, el horror, el placer, la comida, la sexualidad...". Como arranque de la exposición, escogió la foto El llanto de la vida, tomada en Recife (Brasil), en la que aparece un recién nacido en el momento del alumbramiento, y como final, El llanto de la muerte, que retrata el dolor de los familiares de un fallecido en Georgia.

Cuesta creer que, con su menuda figura, una cierta aureola de candidez y constreñida, como ella reconoce, por "las limitaciones del idioma", haya sido capaz de recorrer durante más de cuatro décadas expuestos rincones de países disfuncionales como Haití, Venezuela y Cuba, trabajando sus historias, según sus palabras, "a lo largo de mucho tiempo". "Cuando me interesa algo, voy haciendo una carpeta donde meto todas aquellas fotos que me pueden servir para desarrollar temas", explica. Esta forma de asumir la fotografía como una carrera de fondo más que como un esprint puede ser, en su opinión, "un error", porque la fotografía "puede pasar de moda, perder actualidad, perder interés". "Pero es mi forma de trabajar", añade.

Visiblemente complacida por la acogida que tuvo la clase maestra que ofreció en Moscú para su inauguración y por la expectación que ha despertado la propia exposición, García Rodero derrocha humanidad, humildad y esfuerzo, pese a ser la única fotógrafa española que hasta la fecha ha ingresado en la prestigiosa agencia Magnum. "¡La fama es tan efímera!", exclama. "Cuando trabajo, doy todo lo que puedo y quiero que guste; lo importante es tener un trabajo de calidad, consecuente con mi forma de ser", recalca.

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