Fue un acto festivo, pero también emotivo. Y es que después de años de reivindicaciones por parte de los vecinos y de varios proyectos fallidos, la antigua harinera del barrio de San José de Zaragoza abrió ayer convertida en un centro cultural, en el que la creación y la convivencia se dan la mano para dar forma a un espacio diferente tanto en el concepto como en la gestión.

Era la fiesta del santo que da nombre al barrio y a pesar de la lluvia fueron varios cientos los vecinos que se acercaron a ver las instalaciones en la jornada de puertas abiertas. También por la mañana, en el acto inaugural, al que asistió el alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, varios miembros de su equipo y representantes de otros grupos políticos municipales. Todos juntos, autoridades y vecinos, gritaron al unísono, por fin: "Abrimos la Harinera", entre abrazos, sonrisas y alguna lagrimilla.

Había expectación por la visita de las autoridades, pero fue el mismo alcalde quien enseguida dio protagonismo a quien realmente lo ha tenido, los vecinos de San José "pues la Harinera trasciende más allá de dar uso cultural a un espacio degradado, ya que representa en sí un símbolo del barrio, es un patrimonio industrial de la ciudad donde la gente de este barrio se ha dejado la piel y, como me cuentan, también los oídos, por el ruido que aquí dentro había cuando se trabajaba".

LA FUERZA DE LOS VECINOS Pero el centro que ayer se inauguró, "que habla de la gente humilde que ha poblado este barrio", es también el resultado de un deseo largamente acariciado por la asociación de vecinos de San José, "un histórico movimiento vecinal que dejó estela en toda la ciudad a finales del franquismo", recordó Santisteve, y que ahora ve culminada otra de sus reivindicaciones convertida en lo que se deseó "un proyecto creativo, pero también social", donde los propios vecinos, a través de la asociación y del colectivo Llámalo H se encargarán de gestionar las actividades. Así, tras nombrar al ayuntamiento, la asociación vecinal y el colectivo como tres de las patas del proyecto, quedó claro que la cuarta "es la gente, que es la que dará vida al centro, pues la cultura no se hace de arriba a abajo sino con las capacidades creativas de las personas", dijo Santisteve.

Y sin duda ganas para llevarlo adelante no van a faltar. Ayer, tras las palabras del alcalde y del presidente de la Asociación de Vecinos de San José, Nacho Lasmarías, eran muchos los que parecían anhelar que todo comenzase a funcionar ya. Y no solo algunos niños que miraban entre extrañados y divertidos las posibilidades que ofrece el centro. Eran los mayores los que parecían más entusiasmados. Como José María Pradal, de 73 años, quien tras haber conocido la harinera funcionando como tal y los tiempos de abandono se congratulaba no solo por la recuperación del edificio, sino por haberlo convertido "en un lugar de encuentro; son necesarios más sitios así, donde la gente confluya y se relacione", decía.

Y Goyo Obón, involucrado desde hace 40 años en la asociación de vecinos recordaba otros proyectos fallidos "que quizá eran más ambiciosos, y este es más posible"; y se mostraba feliz porque el último proceso iniciado hace año y medio que ha hecho realidad la Harinera "ha sido genial, pues no me imaginaba que tantas personas podían poner tanta ilusión e involucrarse en ello", decía. Por eso, Obón miraba el resultado con emoción y optimismo, "pues esto no es el resultado final, sino el comienzo del camino", concluyó.