El escritor Sergio del Molino y la norcoreana Hyeonseo Lee, ambos autores de impactantes memorias, compartieron mesa en Pekín para debatir en una mesa literaria sobre el difícil acto de recordar hechos dolorosos y plasmarlos en las páginas de un libro.

Del Molino, autor de "La hora violeta" (Premio Ojo Crítico 2013), que relata la muerte de su hijo Pablo, y Lee, que en "La chica de los siete nombres" cuenta su huida de los horrores de Corea del Norte, comparten el tener un pasado doloroso que en lugar de esconder o callar decidieron contar, por distintas razones.

"Al principio pensaba que mi relato no debía ser compartido, sólo pensaba en sobrevivir, en no ser repatriada o destruir a mi familia, por lo que pensaba que la historia era una vergüenza", confesó Lee en la charla, celebrada en el marco del Festival Literario que celebra cada año la librería pequinesa The Bookworm.

Tras una emotiva charla en Estados Unidos, a Lee le ofrecieron publicar sus memorias, y ella al principio dudó mucho: "Las escribí para que la gente pueda entender la vida de sufrimiento de la gente tiene en Corea del Norte, pero hice todo lo posible para ocultar los nombres de mis parientes en el libro".

Del Molino, por su parte, cuenta que con su escrito intentó luchar contra el olvido que la sociedad quiere imponer ante la muerte o la enfermedad.

"Cuando mi hijo murió sentí alrededor de mí que la sociedad quería que estuviera callado y ser borrado", señala el autor, que veía en ese silencio "una especie de segunda muerte" de su hijo, contra la que luchó.

"Pero esta idea vino después de escribir el libro, al principio fue una escritura intuitiva, irracional", reconoce el madrileño afincado en Zaragoza.

A la hora de elegir qué seleccionar en las memorias, Lee -que contó su historia a dos escritores y éstos fueron quienes transformaron sus palabras en un libro- relató que algunos de sus recuerdos más duros se quedaron fuera, por cuestiones de continuidad del relato, y las guarda quizá para futuras obras.

Del Molino subrayó que escribir sobre la muerte de su hijo "no hace desaparecer el sufrimiento, más bien lo contrario", pero sintió "la necesidad de recordar". "El mantenimiento del recuerdo de mi hijo pesó más que el dolor que me produjo escribir y hablar del asunto", agregó.

Lee cuenta en sus memorias que en sus primeras apariciones televisivas destacaba por ser diferente de otros refugiados norcoreanos, ella no lloraba como ellos y vestía ropas mucho más vistosas, pero asegura que tras esa pantalla también había dolor.

"Cuando estaba sola en la habitación me quedaba abstraída, perdía la cabeza... estaba traumatizada por repetir mi historia tantas veces", rememoró Lee en Pekín.

Es la primera vez que Lee regresa a China, un país donde vivió 11 años clandestinamente tras huir de Corea del Norte, y en el que nunca había hablado en público uno de los miles de refugiados norcoreanos que durante años han escogido el territorio chino como puente de huida de la hambruna y la represión de su país.

"En Corea del Sur me dijeron que no viniera, o que al menos no hablara de China", reconoció en la charla Lee, quien tuvo que acortar su estancia en Pekín un día y salir anticipadamente debido a los temores que tuvo por hablar públicamente.

En sus cuentas de Facebook Lee, quien ya se encuentra en Corea del Sur, donde reside, confesó haberse sentido "aterrada" por el riesgo corrido, y también dijo que pasó casi todo el tiempo en el aeropuerto de Pekín escondida en un lavabo antes de tomar el vuelo de regreso.

Pese a estos temores, Lee comentó algo de la situación política de su país en la charla, donde "el nuevo dictador (Kim Jong-un) está aún más loco que su padre (Kim Jong-il)".

"El hecho de que esté ejecutando a cargos de alto rango, incluso a su propio tío, muestra que no hay estabilidad. No sabemos lo que ocurre allí pero eso me da algo de esperanza", afirmó Lee, para subrayar que espera un día poder regresar a su país.

"Volveré en el año en que haya una reunificación, es el deseo de muchos refugiados", aseguró Lee, quien prepara un nuevo libro con historias de mujeres de su país.

Del Molino alimentó las esperanzas de Lee con un vaticinio que el domingo sonó a broma pero quién sabe si podría hacerse realidad en el futuro: "Quizá estamos sentados al lado de la futura presidenta de una Corea reunificada".