"Los Socrates de hoy son gente anónima que ayudan a los demás"

Nació para ser interpretada en unas pocas plazas, para "tener una vida de dos o tres meses, pero el mundo del teatro te sorprende" y lleva más de un año en los escenarios. ¿Por qué? "Después de 50 años todavía no sé la causa, pero esta obra hace vibrar al público, que hace suya la función", reconoció ayer el actor José María Pou, que hoy (con coloquio posterior) y mañana (20.30 horas) pone en escena en el Teatro Principal Sócrates. Juicio y muerte de un ciudadano, que dirige Mario Gas. Quizá sea porque el público se encuentra con un espectáculo que "desde el primer momento se dirige a él, le agarra del cuello sin dejarle que se vaya"; se convierte en el "público real de la asamblea que juzga a Sócrates".

Juicio y muerte de un ciudadano es la que "da la clave" de lo que va a ver el espectador, porque "no se ocupa del gran filósofo, sino que pone el acento en el ciudadano"; en ese hombre, que vivió en Grecia una incipiente democracia (el 399 antes de Cristo) que "ya tenía problemas y casos de corrupción", explicó. En esa época también era "necesario que hubiera mentes lúcidas que denunciaban la situación y participaban en asambleas para encontrar la verdad y eso era molesto para el poder", reconoció José María Pou, quien citó una frase: "Los intelectuales son los que están cerca del poder para asesorarles mientras que los filósofos lo están para criticarlo".

Y es en esos momentos cuando los mandatarios pero también "sus compañeros, a los que no gustaba su forma de vivir, porque salía de su casa descalzo y con harapos porque no cobraba por sus charlas; vivía de lo que le regalaban, para disgusto de su mujer", dijo el actor, "le denuncian y lo llevan a juicio". Se le condenó a muerte "para sorpresa incluso de quienes le denunciaron". Y es que nadie pensaba que iba a morir porque "los condenados podían salvarse pagando a los jueces". Hubo dos sorpresas: "la condena a muerte con el agravante de que tenía él que ejecutar la sentencia bebiendo cicuta" y, la segunda, que se negó al pago porque "había jurado respetar las leyes y si se salvaba las estaría trasgrediendo".

La obra nos muestra "aquella democracia" para reflexionar sobre la nuestra. Porque si Sócrates viviera hoy "seguiría igual porque era un hombre íntegro y consecuente". Preguntado sobre quién sería hoy, Pou reflexionó: "Ese es nuestro problema. Uno se da cuenta de que los intelectuales, los pensadores han desaparecido, no se atreven a hablar, esperando a que pase la tormenta". Por eso, añadió: "Los Sócrates de hoy en día, porque habría varios, son más pequeños, no están en las altas esferas, sino que los que se enfrentan al poder están en las asociaciones de vecinos, en los voluntariados... son gente anónima que ayudan a sus vecinos a sobrevivir".

UN GRAN PERSONAJE

La crítica ha dicho que este es uno de los mejores papeles de Pou y él está de acuerdo; aunque señala que el mejor fue quizá El rey Lear, aunque desde ese "no he disfrutado tanto en escena" con un personaje, que estrenó el año pasado, con la misma edad con la que murió Sócrates, a los 70 años. El actor se siente muy identificado, con la edad y "con las cosas que dice Sócrates sobre el escenario, porque lo que dice refiriéndose a sus conciudadanos, yo lo hago ahora a los míos".

Próximamente cumplirá 50 años sobre las tablas pero sigue teniendo muchos proyectos, tanto de teatro (El capitán Ahab y Moby Dick) como de cine; y asegura que le "cuesta decir que no" cuando hay calidad en un personaje que "alguien escribe pensando en mí".