El museo Pushkin de Moscú abrió ayer el año cultural con la exposición Caprichos, en la que los famosos grabados de Francisco de Goya son revisitados casi dos siglos después por Salvador Dalí. La muestra, que incluye 82 obras, es un diálogo entre la fantasmagoría y la crítica social goyesca y la frivolidad y el disparate daliniano.