Oulipo. Modo de empleo: a) Se quiere escribir un texto. b) Para hacerlo más difícil se elige un impedimento, una traba, una constricción o en francés, que siempre queda más chic, una contrainte (por ejemplo, no utilizar una determinada vocal a lo largo de lo escrito). c) Se sigue fielmente el patrón impuesto y d) Hop, se sale airoso. En otras palabras, el escritor es una rata, con perdón, que «se construye ella sola el laberinto del que se propone salir». Desglose: Ou es igual a ouvroir, esto es taller, obrador. Li es literario y Po viene de potencial, de posibilidades. Y las posibilidades son infinitas, porque algunas de las fórmulas impuestas son combinatorias matemáticas.

El taller literario nació en 1960, creado por un matemático, François Le Lionnais, y por Raymond Queneau, uno de esos raros escritores con formación científica, en oposición a lo que ellos llamaban «las vanguardias ruidosas» (Tel Quel, Nouvelle Roman, hoy sepultadas por el más piadoso olvido), porque ellos eran semisecretos, modestos y nada dados a la muy francesa trascendencia. Se trataba de crear formas nuevas y originales, modelos que disparasen la imaginación.

Más de medio siglo después, lo sorprendente es que aquella modesta propuesta siga gozando de una salud excelente. No solo porque los miembros de la asociación lo son de por vida e incluso postmorten sino porque a día de hoy siguen renovándose y reuniéndose mensualmente en la Biblioteca Nacional de París. Además, las reediciones de sus autores se suceden, en especial las de Georges Perec, quizá el más genial de todos ellos, si se exceptúa al padre del arte conceptual, Marcel Duchamp, que jugaba en tantas ligas distintas y que aunque formó parte del club desde 1962 fue más bien un compañero de viaje poco activo.

ALGUNOS EJEMPLOS

Habría que entresacar algunos ejemplos para apreciar el fenómeno mejor. 1. Ejercicios de estilo. Raymond Queneau se fija en una anécdota ínfima -un personaje toma un autobús- para contarla una vez tras otra siempre de forma diversa a lo largo de 99 variaciones de ese mismo tema. 2. La desaparición. Georges Perec escribe una novela lipogramática en la que no utiliza la letra e, la más abundante en francés. 3. Si una noche de invierno un viajero. Italo Calvino crea una novela que obliga al lector a saltar de una historia a otra, a cual más interesante, todas ellas truncadas por un falsificador. 4. Cualquier soneto, pero puestos a rizar el rizo, quizá el Soneto de repente de Lope.

La mención de Lope de Vega no es atrevida, los miembros del Oulipo -ya se ha mencionado a Queneau, Perec y Calvino- podían incluir perfectamente en la nómina a sus antecesores, los llamados «plagiarios por anticipación». Borges bien podría haber sido uno, el propio Queneau escribió sus Ejercicios de estilo cuando todavía no se había fundado el taller. Tan solo han sido cuarenta los elegidos a lo largo de estos años para entrar a formar parte del grupo. Solo se puede ser admitido por mayoría absoluta y hay que estar dispuesto a trabajar. En los años 70 se llegó a invitar a Julio Cortázar, un oulipiano perfecto, pero el autor de Rayuela, pese a haber aceptado en un principio, acabó rechazando la propuesta porque el apoliticismo de los oulipianos (quizá otra de las claves de su permanencia) no casaba con sus posicionamientos de izquierda.

MÁS QUE DIVERSIÓN

En el 2014 entraron a formar parte dos escritores, el catalán Pablo Martín Sánchez y el argentino Eduardo Berti, los primeros oulipianos en lengua española. Ambos coinciden en valorar el Oulipo como un juego muy serio. «La diversión es importante, por supuesto -admite Berti- pero nuestra actividad no se reduce a esa dimensión. Cualquiera que se tomase un poco de tiempo para investigar todo esto vería que lo oulipiano va desde lo divertido y simple hasta lo abstracto y complejo».

La principal acusación a la que se ha enfrentado el taller, que ha alcanzado gran popularidad respecto a sus modestos orígenes, es la de ser un mero entretenimiento para autores sin ideas. «A esa acusación ya se enfrentaba Alcalá y Herrera cuando en el siglo de oro escribió varias novelas lipogramáticas. La idea es que la forma impuesta ayude al escritor a sacar lo que lleva dentro», se defiende Martín Sánchez que en su última novela, Tuyo es el mañana, ha ordenado las voces protagonistas según el esquema de una fórmula métrica medieval, sin que el lector necesariamente tenga que percibirlo para disfrutar de su trama.

De ahí que una de las razones por las que el Oulipo sigue gozando de buena salud es la inclusión de sus ejercicios en buena parte de los talleres de escritura. Hace algunos veranos, en el 2010, este diario invitó a sus lectores a emular a Perec y crear sus propios «me acuerdos», pequeñas frases entre nostálgicas y poéticas que recuperan un momento preciso en que todos podemos reconocernos. La propuesta tuvo un gran éxito. Me acuerdo puede convertir en escritor a casi todo el mundo.

INVENTOS INSÓLITOS

Más motivos para celebrar esta increible supervivencia. La vocación perecquiana que Enrique Vila-Matas acaba de refrendar en Mac y su contratiempo, no solo con la reescritura de un antiguo texto suyo, sino también en relación a 53 días, uno de los textos póstumos e inacabados del autor francés más misteriosos, por el que también transita el barcelonés a modo de modelo. O Inventario de inventos (inventados), un libro que es también una exposición (celebrada en el marco de Arco) que obedece a la idea oulipiana de bibliotecas imaginarias y muestra todo tipo de artilugios e inventos insólitos e improbables como máquinas para viajar en el tiempo, para rezar o repartir tortazos. «Básicamente, es un catálogo de todo lo que es innovación y búsqueda de formas e ideas no trilladas», explica Berti.

Por otra parte, fue Sergi Belbel cuando en el Aula de Teatro de la Universidad Autónoma tradujo y puso en escena el extraordinario texto La vida instrucciones de uso (uno de los textos mayores del autor editado en castellano por Anagrama) que sigue teniendo una incombustibilidad teatral probada.

Por lo que respecta al futuro, el Oulipo lo tiene asegurado. Están en capilla una segunda entrega de textos oulipianos en el que se recogerán muestras de autores como Ricard Ruiz Garzón, Vila-Matas, Màrius Serra, David Roas o Mercedes Abad que aparecerá en verano en Pepitas de Calabaza y una nueva edición de Viaje de invierno, una puesta en abismo sobre la noción de plagio, en Impedimenta.