Han pasado tres décadas, Torpedo tiene ahora 60 años y el párkinson le hace temblar las manos. Aunque eso no le impide apretar el gatillo. «Conserva la misma mala uva que tenía de joven, incluso más, pero está más malhumorado y siente cierta rabia. En el fondo es el mismo, pero es un Torpedo crepuscular, que se esfuerza por seguir siendo el de antes sin conseguirlo. Como les pasa a muchos hombres y mujeres, se niega a envejecer, se cree fuerte y no acepta la edad que tiene, y acaba cometiendo errores». Habla su creador, el guionista Enrique Sánchez Abulí (Palau-del-Vidre, Francia, 1945), que en 1982 perfiló a este matón duro y amoral, machista y misógino, un asesino a sueldo sin demasiados escrúpulos, que dibujó magistralmente en blanco y negro Jordi Bernet (Barcelona, 1944).

Juntos dieron forma a uno de los personajes más negros del cómic, cuyas aventuras recuperó Panini en el 2014 en el integral Torpedo 1936. Diecisiete años después de la última aventura, Sánchez Abulí ha retomado al gánster, esta vez (tras el desencuentro con Bernet), con el argentino Eduardo Risso (100 balas) a cargo de los pinceles y a todo color.

Torpedo 1972 (Evolution Comics) está ambientada en la Nueva York de los años 70 en lugar de en el de la gran depresión. De hecho, transcurre el año en que se estrenó El padrino, de Francis Ford Coppola, como atestigua un claro guiño cinematográfico de la historieta, titulada A propósito del mar Muerto.

EXPERIENCIA Y MENOS FUERZA

Físicamente Torpedo ha cambiado: «Ha ganado en años, arrugas y experiencia pero ha perdido altura, fuerza, musculatura, agilidad, reflejos y vista». Tampoco es igual su tren de vida. «Ganó mucho dinero hasta los años 50 pero lo despilfarró. Antes tenía un gran apartamento en Manhattan, se movía en taxi y limusina, iba a locales de moda, se vestía en las mejores sastrerías... pero ahora es pobre, conduce un Ford Mustang de segunda mano y vive en un piso muy humilde de 50 metros cuadrados en el Bronx».

La memorable escena del inicio del cómic define ya al nuevo Torpedo (alias de Luca Torelli). El personaje está sentado en el banco de un parque, ¡dando de comer a las palomas! Pero cuando estas se acercan les rompe el cuello con el bastón y acaban en la cocina de Rascal, su «borrachín» e inseparable escudero.

«Lo aprecio pero no le quiero. Es muy diferente de mí -recalca Abulí-. No me permito poner en él emociones mías. Respeto su línea dura. Y sus chistes, porque sin el humor sería ilegible, porque puede ser repugnante, se porta muy mal y es muy bestia con las chicas».

El instinto depredador de Torpedo sigue intacto y no ha variado un ápice su intolerable forma de tratar con violencia a las mujeres. «Genio y figura hasta la sepultura. Esta serie no habría podido nacer en los tiempos políticamente correctos que vivimos. Él ya tiene un pasado y aflora su forma de ser. Torpedo te gusta o no te gusta. De hecho, el primer dibujante, Alex Toth, lo dejó a la segunda aventura porque no se sentía cómodo con el personaje», recuerda.

‘EL ARTE DE BERNET‘

Y ahí lo retomó Bernet. Precisamente, en paralelo al nuevo Torpedo, Panini ha lanzado una edición dedicada a la carrera del dibujante, El arte de Bernet, con bocetos, ilustraciones, dibujos y todos sus personajes, entre ellos Clara de Noche, Kraken o Custer.

Torpedo 1972, donde un periodista y su novia fotógrafa indagan en un antiguo asesinato, además de incluir una galería de bocetos de Risso, contiene el relato inédito Una obra de caridad, protagonizado por el achacoso matón y firmado por Abulí, quien acaba de debutar en la novela con El amor no es lo que parece.