El triunfo de la vanidad
Para Ricardo Moreno, la estupidez es más dañina que la maldad

El triunfo de la vanidad
‘BREVE TRATADO SOBRE LA ESTUPIDEZ HUMANA’
Ricardo Moreno
Ed. Fórcola
De triumpho stultitiae (El triunfo de la estupidez) es la obra que, escrita por el italiano Faustino Perisauli a comienzos del siglo XVI, habría servido de modelo a Erasmo de Rotterdam para su libro Moriae encomium (Elogio de la necedad), publicado en París en 1511. Bien que ambos autores aportan una concepción totalmente distinta del tema que abordan: satírico y moralizante se muestra Perisauli, respecto a la estupidez del hombre, prisionero del vicio y la vanidad, ante lo que opone la búsqueda de la verdad y la sabiduría. Y frente a esta postura, Erasmo de Rotterdam articula una propuesta totalmente contraria, haciendo de la locura la fuerza motriz del mundo, más allá del conocimiento.
Mas la benignidad del filósofo holandés parece más bien estar sustentada en las ideas de la Utopía de su amigo, el inglés santo Tomás Moro (1478-1535), a quien quizás, Erasmo de Rotterdam homenajeó en el título de su obra; de manera que una de las posibles acepciones de Moriae encomium, podría ser la de Elogio de [Thomas] More, que es como se escribe el nombre del gran humanista londinense en inglés.
También el escritor y semiólogo italiano Umberto Eco (1935-2016) abordó el inabarcable tema de la sinrazón humana en su obra póstuma: De la estupidez a la locura, en la que -eso sí, con mucho sentido del humor-, el autor hace un retrato apocalíptico del mundo que nos espera, en la estela del orador romano Cicerón (106 - 43 a. C.), autor de la célebre frase «O tempora o mores» («Oh, aquellos tiempos. Oh, aquellas costumbres»).
Y ahora, es el profesor y escritor Ricardo Moreno Castillo quien acaba de publicar un Breve tratado sobre la estupidez humana, con prólogo de Francesc de Carreras, catedrático emérito de Derecho Constitucional en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Estamos ante un ensayo vibrante, rebosante de lucidez, repleto de humor y de ágil lectura, que hace bueno el principio del franciscano Guillermo de Ockam (1280-1349): «Probablemente, la explicación más sencilla será también la correcta». Y para muestra, un ejemplo de los muchos postulados que se encuentran en este fantástico libro: «Cuando la estupidez se apodera de un colectivo y reivindica la libertad incumpliendo conscientemente la ley, dicha comunidad no es consciente (por vanidad e ignorancia) de que es precisamente la existencia de la ley, la que -en una sociedad democrática- garantiza la igualdad de oportunidades y la libertad».
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