En 1988, el músico aragonés Eduardo López Banzo fundó el grupo Al Ayre Español, un proyecto destinado a recuperar la música antigua desde el punto de vista historicista, tanto utilizando instrumentos de época en la interpretación, como investigando en los archivos para rescatar obras poco conocidas. En este 2018 Al Ayre Español celebra su 30 aniversario convertido en una referencia mundial de la música antigua. Y lo hace con una gira que le llevará a algunas de las salas más prestigiosas de Europa (como la Grosser Saal de la Laeiszhalle de Hamburgo o la Filarmónica de Berlín) y la grabación de un disco con las Sonatas Opus 2, de Händel, que saldrá en primavera. Después de actuar el pasado lunes en Varsovia y ayer en El Escorial, mañana recalan en la sala Mozart del Auditorio de Zaragoza con un repertorio dedicado a Händel y a Purcell.

-No cabe duda que estos 30 años han dado para mucho, pero parece que han vuelto a los orígenes con una ensemble de cámara. ¿Por qué?

-Sí claro, 30 años dan para muchos discos, muchos conciertos y una carrera con muchos enfoques y formas de entender la música diferentes, además de distintos tipos de formación en el grupo. En estos momentos el formato orquesta está aparcado y con un grupo de cámara estamos centrados en un repertorio muy interesante que creemos que merece hacerse desde Zaragoza y defenderlo fuera. Hemos grabado a Hëndel, en la que es una de las pocas versiones del músico que no sea inglesa. Creemos que desde aquí tenemos mucho que aportar con interpretaciones nuevas de repertorios poco conocidos.

-Esa faceta de investigación del patrimonio musical es una seña de identidad que ha cimentado el prestigio del grupo. ¿Cómo surgió este planteamiento?

-El grupo nació con esa vocación, no como una orquesta del repertorio estandar habitual, sino con la intención de investigar sobre autores y obras que habían quedado en el olvido o que no habían recibido la atención debida.

-Esa labor no se ha centrado solo en nombres universales y gracias a ello hemos conocido obras y músicos aragoneses. ¿Seguirá también en esa línea con la música de la tierra?

-En realidad la investigación de la música aragonesa es el origen. Yo estaba dando clases de clavecín en Amsterdam con Gustav Leonhardt y él me dijo que debería recuperar la música de mi país, músicas que no se habían escuchado jamás, y preparé un repertorio de música aragonesa, de Daroca, de las catedrales y con ese repertorio fue a Holanda la primera formación de Al Ayre Español, donde tuvo un éxito enorme por la calidad de la música y del grupo. Desde entonces no hemos dejado de abordar músicos aragoneses, de hecho hace dos discos dedicamos un trabajo a Nebra, y tenemos más en cartera, sí, Pero ahora hay más grupos que están realizando esa labor y preferimos profundizar en autores como Hëndel o Vivaldi.

-Antes hablábamos del cambio de formación y de haber dejado aparcado el formato orquesta. ¿Cuáles han sido los motivos?

-Bueno, al principio estuvimos unos 15 años trabajando sin ningún tipo de ayuda hasta que llegó 2004, que fue un año mágico. Conseguimos apoyo del Gobierno de Aragón, de Telefónica, nos dieron el Premio Nacional de Música y después nos hicieron grupo residente del Auditorio. Todo casi al mismo tiempo. Y cambió la forma de trabajar, que permitió crear una orquesta. Pero llegó la crisis. Volver a trabajar con una orquesta no lo tengo cerrado, pero de momento en Zaragoza las cosas tienen que estar más claras. Seguimos siendo grupo residente del Auditorio, pero una orquesta de alcance europeo tiene que tener un apoyo fuerte, generoso también en lo económico, y hoy no se dan esas condiciones.

-En estos años han surgido nuevos grupos de música antigua. ¿Cuánto ha tendido que ver en ello Al Ayre Español?

-Ojalá sí haya tenido que ver. La verdad es que en 1988 sólo estábamos Jordi Savall y nosotros. Desde entonces han surgido decenas de grupos, un mundo rico, florido y abundante. No sé si habremos sido ejemplo, para algunos sí, pero me alegro que grupos jóvenes sigan las mismas pautas recuperando músicas olvidadas, que hayan cogido el testigo. Hay relevo, y la música antigua tiene el futuro más que asegurado.

-Y el público, ¿ha notado cambios desde que empezaron?

-En general, con la crisis económica se habló de crisis de público, pero yo creo que no ha sido así. El público sigue yendo a los conciertos. En cuanto a Zaragoza, he notado cambios, pero hay mucho por hacer. Zaragoza adolece de falta de sintonía con la música clásica en general. Pero es verdad que el público ha crecido, aunque falta emprender una forma de organizarlo, cierta renovación, pero creo que está al caer, y espero que así sea para que la ciudad se sitúe donde debe. En otras ciudades españolas de su tamaño e importancia la vida musical es más intensa; así que algo pasa.