Detrás de El eco de los libres hay algo más, mucho más, que un compendio de actividades o la acumulación de reportajes y artículos de corte cultural impresos en un dosier de 158 páginas. En el fondo, detrás de esta revista lo que impera es un atronador espíritu por salir hacia adelante; más aún, una lucha continua contra todo y contra todos por hacer crecer un proyecto que ya ha llegado a su tercer número. Tres entregas parecen pocas, pero son muchísimas si se tienen en cuenta las circunstancias que han marcado la trayectoria de esta publicación desde que naciera en el 2016. Este tercer número acaba de ver la luz y será presentado oficialmente en Zaragoza este viernes en el Patio de la Infanta (19.30h).

Cuando uno toma en sus manos un ejemplar de El eco de los libres no puede evitar echar la vista atrás y acordarse de Pasarela, esa joya que se publicó en Aragón entre mayo del 93 y mayo del 2001, un regalo para la cultura (mejor dicho, un regalo para la contracultura aragonesa, esa que siempre ha sabido sobrevivir escondida de los estamentos oficiales) que tuvo como editor a Manuel Martínez Forega, como director a Eduardo Laborda y como alma a Marina Gracia (hablamos de palabras mayores).

Aquellos fueron once números que, todos juntos, hoy en día representan lo más parecido a un tesoro. Preguntas aquí y allá y muchos son los que recuerdan Pasarela y muchos los que tienen "algún número por casa", pero muy pocos los que pueden presumir de conservar los once ejemplares. Cuando uno coge todos a la vez le vienen a la cabeza aquellas palabras de Miguel Pardeza cuando era capitán del Real Zaragoza pero también un deportista de máximo nivel famoso por su vertiente cultural y académica, algo muy escaso en la época: "Siento atracción física por los libros", decía el futbolista.

Portada de la tercera entrega de El eco de los libres.

Recuerda Marina Gracia, a cargo de llevar las cuentas y gestionar la publicidad en Pasarela, que Laborda no quería que se pidieran ayudas públicas a las instituciones. "Eduardo decía que las subvenciones restaban libertad. Que si había dinero público había obligaciones". Los tiempos han cambiado mucho, pero de una u otra forma aquel cariz rebelde y combativo que desprendía Pasarela se percibe ahora, más allá de dónde procedan los apoyos que recibe, en El Eco de los libres. En este caso la clave está especialmente en su director, Marcos Callau, poeta a ratos, artista siempre, artífice en la puesta en marcha del Ateneo Jaqués y experto (de talla mundial) en la figura, vida y obra de Frank Sinatra, aunque la mejor forma de definirlo sería más o menos así: Dícese de una persona nacida en Zaragoza en julio de 1981 que cada día sale a la calle dispuesta a luchar contra todo lo que se le ponga delante con el único objetivo de alcanzar la libertad a través de la cultura. Y ya está.

Marcos Callau es (también) experto en la vida de Frank Sinatra.

Ni siquiera Marcos sabe cómo ha sido posible que de verdad El eco de los libres haya llegado al tercer número, pero ya está pensando en el cuarto. Y pueden apostar a que habrá un quinto. "Lo único que puedo decir es que estoy muy orgulloso de los que hemos hechos en estos años, desde la fundación del Ateneo Jaqués. Ha sido muy duro, claro, porque todo proyecto cultural nunca encuentra los apoyos necesarios y suficientes sea cual sea su tamaño, pero también ha sido una experiencia maravillosa. Ahora llevamos unas semanas presentando la revista en distintos lugares y ya estamos tensos y muy orgullosos por hacerlo el viernes en un escenario como es el Patio de la Infanta", dice el poeta.

El eco de los libres es una de las consecuencias del trabajo que realiza el Ateneo Jaqués, un proyecto con vocación poética, literaria, artística y científica que ha recuperado la esencia del antiguo ateneo pirenaico y que como explica el propio Marcos Callau, desde el minuto uno (2013) supo que necesitaría de una publicación para plasmar sus inquietudes. En su cabecera, la revista rinde homenaje y trata de calcar el espíritu de un periódico oscense que, ya a comienzos del siglo XIX, tenía en su mancheta como lema Libertad, Igualdad y Fraternidad. "El nombre de este periódico era El eco de los libres, un título que resume a la perfección el espíritu del Ateneo Jaqués de entonces y del actual", explica Callau, que siempre presenta la revista también a nivel nacional en ciudades como Madrid, Barcelona, Cádiz...

"Este ateneo del siglo XXI, desde sus comienzos, ha pretendido y pretende ser un lugar de encuentro, para exponer, debatir y compartir ideas. Una tertulia continua donde primara, por encima de todo, la libertad de expresión, el pensamiento libre y crítico. Promover y difundir la cultura para llevarla hasta el último rincón del Pirineo. Este es el espíritu que prima también en El eco de los libres, un punto de encuentro, en este caso, plasmado en papel donde, partiendo del ámbito local tiene como objetivo la universalidad". Palabra de Marcos Callau. Poco que añadir, salvo que parece obvio que llegará el día en que también será un orgullo poseer todos los números de El eco de libres, sean los que sean.