Había publicado poesía, escrito textos para teatro infantil y, por supuesto canciones. Era el momento de lanzarse la narrativa, más concretamente a los relatos. Casi era lógico en un hombre que siente pasión por contar historias. «Era una cuenta pendiente a la que llevaba dándole vueltas mucho tiempo y casi ya una necesidad», asegura el conocido cantautor Ismael Serrano, que hoy presentará su libro, El viento me lleva (Grijalbo), en Zaragoza. Será a las 19 horas en la Casa del Libro (calle San Miguel).

«Me gusta contar historias con las canciones, historias en la tradición de las canciones río de los trovadores, con un inicio, un desarrollo y un desenlace que es de alguna forma una tradición de los cantautores que se está perdiendo», señala. Y añade: «además, al componer, me cuesta sintetizar y estructurar la canción en estrofas y estribillo; si a eso le añadimos que me gusta también contar cosas entre canción y canción era como una necesidad ponerme a escribir, pues en el relato puedes extender ese universo que no cabe en una canción e hilar la narración para que el viaje sea otro. Por eso quería asumir ese reto», explica de tirón.

Un reto que, sin embargo, no parece haberle resultado tan complicado como pensaba, pues asegura que «escribir una canción es más exigente y diría que más difícil, pues tienes que adaptar la estructura del verso al ritmo, la rima... mientras que el relato es más libre y te permite ir a una historia para sumergirte luego en otra y después regresar...».

Eso sí, si bien los relatos no son una novela, y se acercan más a ese concepto de canción en el sentido de tener que sintetizar para poder contar algo de una manera directa, Serrano entiende que la mayor dificultad está, precisamente en el argumento. «Me acuerdo que un autor muy conocido decía que sus novelas no tenían argumento porque la vida no tiene argumento; sin embargo, creo precisamente que lo más difícil al escribir es el argumento y que la literatura existe para darnos argumentos cuando la vida no los tiene».

Argumentos para sus relatos que el título del volumen, El viento me lleva, deja entrever de dónde salen. Más cuando Ismael Serrano relaciona ese título con la canción del titiritero de Serrat: De aldea en aldea el viento lo lleva siguiendo el sendero. Su patria es el mundo. Como un vagabundo va el titiritero.

viajes pendientes / «Primero quise hacer un libro de viajes, recoger el anecdotario de mis giras pero fueron saliendo otras cosas; es verdad que también soy el narrador, pero como excusa para contar los viajes pendientes de los protagonistas, de huidas soñadas. El viaje es algo permanente en los siete relatos y conecta con la canción de Serrat en cuanto a que somos titiriteros que vamos de aldea en aldea recopilando historias».

Así, los relatos tienen una parte real, otra no tan real; hay protagonistas que existieron, otros en los que Serrano proyecta sus fantasías y, en otros cuentos la realidad es el telón de fondo.

Este libro de viajes pendientes comienza hablando del momento más difícil, el de la despedida; continúa con los miedos del que no se atreve a emprender ningún viaje en la vida; hay una viuda que recuerda tiempos pasados en un barrio de calles de tierra y retretes compartidos («mi barrio», apunta Serrano); aparece un político corrupto que una vez que ha perdido el poder se siente que va menguando poco a poco en un Madrid que se va desdibujando con la gentrificación; un pícaro que se cuela en bodas, un mago que encuentra el truco definitivo o músicos cuyo éxito radica en el placer de tocar. O de contar historias halladas por donde te lleve el viento.