El matador Imanol Sánchez (Zaragoza, 1988) sueña con ver su nombre en los carteles taurinos, aunque es consciente al tiempo de las dificultades que conlleva conseguir plazas en las que torear y de la falta de oportunidades que sufren los toreros aragoneses en su tierra.

Imanol asegura que los políticos aragoneses no sacan pliegos para la gestión de los cosos taurinos en los que se apueste por los toreros de la región ni se preocupan por bonificar su contratación a los empresarios que gestionan las distintas plazas de la Comunidad. A su juicio, «las figuras tienen que venir y sus nombres deben de estar en los carteles», pero asevera que a ellos, con la única excepción de las plazas de Ejea de los Caballeros y Calatayud, nadie les ayuda para poder torear «en nuestra tierra ante nuestro público».

«Es muy triste que en una plaza como la de Zaragoza no se bonifique el poner en los carteles a toreros de Aragón», añade Imanol poco más de una semana después de cortar cuatro orejas en Calatayud tras matar a sus dos toros de un solo estoconazo y abrir la puerta grande de la plaza.

El joven matador dice sus palabras con la convicción de quien tuvo que sufrir «todas las dificultades del mundo» para vestirse de luces, y que se enfrentó de novillero a las conocidas como ganaderías duras del panorama taurino español. «Dificultades las he tenido todas, y ahora, cuando miro hacia atrás, me pregunto si sería capaz de volver a pasar por lo que he pasado, porque lo que sé ahora de los entresijos del toreo, que la gente no debe de conocer porque no disfrutaría de la fiesta, los desconocía entonces».

Imanol asegura que desconoce lo que «hace falta» para acceder y mantenerse en el escalafón, pero es consciente de que el mundo del toro está dominado por los intereses empresariales y el dinero. «No sé lo que hace falta, pero es verdad que si cortas cuatro orejas en Madrid te puede servir de algo, pero para lograr esto o estás en empresas grandes que te ponen a torear antes en varias plazas o es muy complicado».

Imanol conoce estas complicaciones porque antes de lograr su reciente triunfo en Calatayud llevaba diez meses sin vestirse de luces, y ahora el panorama futuro tampoco le abre un abanico de oportunidades. Se muestra convencido, además, de que el mundo del toreo debe de reconvertirse para ofrecer, en un momento en que las alternativas de ocio son mayores que años atrás, una «imagen positiva» de la fiesta.

El matador aragonés destaca a este respecto que las plazas de tercera que sustentan las grandes ferias, se «están perdiendo» debido a los altos costes que generan en la actualidad. «A día de hoy -añade-, tener una plaza donde haya una corrida con toreros del grupo C, en el que estoy yo, es muy complicado dado que el coste se sitúa en torno a los 73.000 euros y es difícil hacerlo viable si se ponen las entradas caras».

Considera, por otra parte, que la polémica en torno a la continuidad de la fiesta nacional «se politizó demasiado» años atrás, pero cree que hay una tendencia al alza porque «la gente ya no tiene miedo a decir que le gustan los toros».