Siete minutos después de las cinco de la tarde del martes en Nueva York, menos de 27 horas antes de que Plácido Domingo fuera a subirse al escenario de la Metropolitan Opera de Nueva York para protagonizar un Macbeth, el director gerente, Peter Gelb, envió un correo electrónico a todos los empleados. Queridos miembros de la Compañía, escribió, Plácido Domingo ha aceptado retirarse de todas las actuaciones futuras en The Met, con efecto inmediato. Le estamos agradecidos por reconocer que necesitaba renunciar.

Con ese mensaje caía el telón, definitivamente según sugería el propio Domingo en un comunicado que envió el martes a 'The New York Times', sobre la ilustre e inigualada carrera en el templo operístico por excelencia en Estados Unidos del tenor español de 78 años, cuya reputación está sacudida desde que en agosto la agencia Associated Press publicó el primero de dos artículos en los que 20 mujeres le han acusado de acoso sexual y conducta inapropiada, acusaciones que él rechaza firmemente. Y concluían así cinco días en que, entre las bambalinas del coliseo del Lincoln Center, se ha vivido un drama en tres actos.

PRIMER ACTO

El primero empezó el viernes, cuando la radio pública NPR sacó a la luz el malestar y hasta la furia que generaba la actuación de Domingo entre algunos de los trabajadores. En declaraciones protegidas por el anonimato (por un temor a represalias que da pistas del tenso ambiente que se vive en la institución), cuatro de ellos mostraban su indignación con que se mantuviera la asociación con Domingo en una lugar que (y es vital conocer los antecedentes) en marzo del año pasado expulsó a su director musical, James Levine, después de que fuera acusado de abuso sexual por nueve hombres. (Levine luego presentó una demanda, la compañía una contrademanda y el mes pasado acabaron alcanzando un acuerdo extrajudicial cuyo contenido, incluyendo la parte económica, no se ha hecho público).

Los trabajadores, según NPR, no querían dañar a la Metropolitan Opera como institución ni poner en peligro una forma de arte cuya situación financiera ya es precaria. Pero explicaban que era sabido por todos que Domingo solía hacer con las mujeres avances que ellas no buscaban, relataban que muchas maniobraban para no quedarse a solas con el tenor y que algunas incluso alteraban sus turnos laborales o los horarios para esquivarlos. Muchas cosas empezaron a pasar en los años 80 y conforme (Domingo) fue haciéndose mayor era menos pero aun así las mujeres sabían, explicaba uno.

Era sobre todo el fantasma del caso Levine, no obstante, el que sobrevolaba todo. Especialmente dado que esa debacle está tan fresca The Met tenía incluso más responsabilidad de mostrar que ha evolucionado. En cambio, aquí hay otra crisis catastrófica, y parece que en The Met los hombres suficientemente poderosos y populares están más allá de la reprobación, lamentaba una fuente. Tras el despido del director musical el año pasado, la dirección había emitido un comunicado en el que se leía: Queremos asegurar que The Met está comprometida con asegurar un ambiente de trabajo seguro, respetuoso y libre de acoso para sus empleados y artistas.

SEGUNDO ACTO

La pieza de NPR cayó como una auténtica bomba en el mundo operístico en general y en la Metropolitan Opera en particular y puso en marcha el segundo acto. El sábado hubo ensayo general de Macbeth y Domingo participó. Pero acto seguido Gelb, que hasta ese momento había defendido que todo seguiría igual mientras no se corroboraran las acusaciones contra el tenor español que investigan tanto la Ópera de Los Ángeles como la Unión Americana de Artistas Musicales, convocó una reunión de emergencia con los trabajadores de la orquesta y el coro. Asistieron, según informaciones de NPR y 'The New York Times', entre 40 y 60 personas y los tres cuartos de hora que aproximadamente duró no faltó tensión.

Gelb insistió en su mensaje de que no hay demandas formales contra Domingo en su propio teatro, que tras el escándalo Levine puso a disposición de los empleados una línea para reportar anónimamente cualquier incidente (que gestiona una empresa externa), además de enviar a trabajadores y a algunos artistas a cursos contra el acoso. Dijo que todas las acusaciones de AP eran anónimas, aunque dos de las mujeres han hablado con nombre y apellido. Opinó, además, que las acusaciones no estaban suficientemente contrastadas, aunque AP ha hablado con casi tres docenas de personas que dicen haber sido testigos de inapropiado comportamiento de tintes sexuales de Domingo.

Una de la personas presentes en la reunión agradeció a Gelb cómo estaba manejando su actuación y mostró apoyo a su decisión pero no fue ese el sentir mayoritario. Según fuentes de NPR que participaron en la reunión, se dejó claro al gerente que la diferencia de respuestas ante el caso de Levine y el de Domingo podía crear la impresión de que la Metropolitan Opera escucha a los hombres pero no a las mujeres. Placido Dómingo es una gallina de huevos de oro (económicamente) y a veces siento que a la gerencia le preocupa más el dinero y la reputación, dijo una corista a la radio. ¿Qué pasa si las acusaciones acaban siendo ciertas o si se emprenden acciones legales contra el maestro Domingo? Siento que Peter Gelb está diciendo que no tiene un problema exponiendo a sus artistas a esas situaciones.

TERCER ACTO

En ese ambiente enrarecido se llegó al tercer acto. El lunes la ópera enviaba un comunicado insistiendo en el mensaje de Gelb, pero la tensiones internas seguían en ebullición y el martes se sumó la presión externa. El senador estatal Brad Hoylman, elegido por un distrito que incluye la parte de Manhattan donde está el Lincoln Center, colgó por la mañana dos mensajes en Twitter en los que pedía retirar al tenor español de 'Macbeth' y, en caso de que no se hiciera, echar al director de la Ópera. No es trabajo de Gelb proteger a Plácido Domingo", escribió. "Su trabajo es proteger la salud y seguridad de sus empleados y asegurar que los supervivientes de mañas conductas son escuchados, y está fallando.

Horas después llegaba el correo de Gelb a los empleados y, cinco minutos más tarde, el artículo de The New York Times donde se anunciaba el desenlace. La obra acaba en Nueva York, pero nadie puede saber si habrá que añadir un epílogo, especialmente para Gelb. Un trabajador de la ópera, en conversación con El Periódico este miércoles, asegura que hay mucha gente frustrada con la manera en que el director gerente lleva el lugar. Para Domingo, mientras, en otros lugares continúa la función.