Es imposible nombrar a todos los que han participado en el homenaje a Coco Fernández, el pianista uruguayo (afincado en Zaragoza) que falleció de forma repentina en 2014 dejando un legado incuestionable tanto en la música como en su labor pedagógica, ya que hoy se cuentan por cientos sus discípulos musicales, muchos de los cuales no han querido perderse la cita.

Sobre el escenario del Principal, medio centenar de músicos de diferentes estilos e instrumentos, cantantes, bailarines... y entre el público, amigos y aficionados a la música. Sobre las tablas, nombres como David Angulo, Zulaima Boheto, Lucho Esparcia, Juan Manuel Fano, Erika López, José Luis Seguer Fletes o Toto Sobieski, entre otros, formaron por un rato una banda para interpretar un repertorio formado por 11 temas de los dos discos de Coco Fernández (En la madrugada y La cabeza sonando) y cinco de su disco inédito, Cuerpo, que ve la luz para su homenaje y para que las creaciones del pianista sigan sonando. Todos compuestos por Coco, salvo uno, Biafra, firmado por Rubén Rada. Un disco inacabado, que recupera la voz de Coco porque dejó grabadas pistas para los músicos.

E incorporándose a esta peculiar orquesta, Santiago del Campo, Carmen París, Nico Cassinelli, Ana Continente, Alejandro Monserrat, Noel Redolar o Alonso Martínez. «Lo más granadito», ha dicho Azucena Roda, su pareja, compañera de vida y alma mater del homenaje junto a Toto Sobieski, compañero de aventuras musicales de Coco Fernández.

Con el coco sonando ee el nombre del homenaje y vaya si ha sonado, musicalmente pero también con imágenes y con palabras. Imágenes del músico uruguayo de bebé, de niño, en el colegio, en la playa o con su piano mientras sonaban los primeros acordes. Y también con palabras, como las de Azucena Roda: «Gracias por estar aquí», ha dicho visiblemente emocionada tras la primera canción, interpretada por Alicia Fernández. «Gracias por llenar las butacas», ha dicho ante un Principal repleto que fue agasajando a cada músico con aplausos y vítores.

Y con las palabras que forman las canciones, como la que cantó María Pérez o la de Carmen París, Ciudadano, porque «Coco viajaba mucho y se sentía extranjero y ciudadano del mundo», ha dicho Pérez. Fernández cantó a lo «absurdo de las fronteras y por eso el Coco sigue sonando», porque cuando el Coco suena, la música surge y también canciones como La llave del alma, que interpretó Santi del Campo (Especialistas), y que el pianista uruguayo firmó cuando un amigo de la infancia se suicidió. O La primera llama, una historia de amor de las que «no escribió muchas». Verso a verso, sonido a sonido, el Coco sigue sonando para demostrar que las penas son menos penas cuando existe una banda sonora llena de amigos.