El muro de la parroquieta de La Seo de Zaragoza es, sin duda, una de las obras cumbre del arte mudéjar en toda España, una auténtica joya por la belleza que alcanza gracias al nivel técnico y artístico de la geometría de sus entramados, pero lo que la convierte en un monumento único en el mundo es, sin embargo, según el historiador y profesor Álvaro López Asensio, «su carácter teológico, pues contiene un elemento exclusivo no solo en el arte mudéjar sino en el arte islámico, como es la representación de la estrella de David, es decir, la presencia en la misma obra del mundo musulmán y el judío», señala.

Álvaro López, uno de los mayores estudiosos de la cultura sefardí en nuestro país, apunta que «los historiadores parecen estar solo interesados en a conocer, interpretar y explicar la belleza, la técnica y los materiales, pero no reparan en el sentido teológico y el significado religioso que expresan y para el que fue creado este estilo artístico». Es decir, cada monumento mudéjar, como los puramente islámicos, con una catequesis, digamos, en ladrillo, yeserías y cerámica, y que en el caso del muro de la parroquieta, Mahoma Ramí llevó a la máxima expresión. «Ramí supo representar muy bien lo que quería transmitir, el monoteísmo que compartían ambas culturas, muy diferente al trinitario cristiano, para catequizar que Dios es el centro del universo», dice López.

Tanto para judíos como para musulmanes, el monoteísmo cristiano, basado en la santísima trinidad, con tres personas en una y con la posibilidad de una representación figurativa, «era idolatría», de ahí que el arte islámico y mudéjar represente a Dios a través de un arte decorativo, en el que tanto aparece «la palabra» (es decir la caligrafía de las suras del Corán que suele realizarse en yeso», como las figuras geométricas que representan la armonía divina (el círculo) en la pluralidad de formas que expresan la creación (el cuadrado y la geometría).

Y así, en el muro de la parroquieta de La Seo aparecen dos partes sobre el banco inferior, dos dechados sobre los que, según Álvaro López, «nadie parece que se haya parado a observar o nadie había visto», y en los que a pesar de que Mahoma Ramí utilizó idénticos materiales ,«los dos son muy distintos y tienen diferente dibujo y trazado»

Así, en el dechado rectangular que está a la derecha, el más próximo a la plaza de La Seo, las líneas se disponen todas para confluir en la conocida estrella de ocho puntas típica del mudéjar aragonés y representativa del mundo musulmán y que se forma por la superposición de dos cuadros. «Sin embargo, en el dechado de la izquierda, todo el conjunto se distribuye creando la estrella de David, símbolo histórico del pueblo judío, algo inédito, aunque entonces era un símbolo secundario, pues solía representarse con la menorá (el candelabro de siete brazos».

Así, Ramí hizo algo que no era tampoco común entonces, «una auténtica excepción como es representar en una sola obra esa misma concepción del monoteísmo de Dios que compartían musulmanes y judíos y cuyo círculo interior de la estrella de ocho puntas expresa que que Dios es el centro del universo». Es decir, creó una obra única en la que no solo trasmitió la fe de los musulmanes sino también el sentir del pueblo judío. «El arte mudéjar es el libro en piedra del Corán y la Tanaj o Biblia hebrea, y en el muro de la parroquieta de La Seo, queda plasmado como en ningún otro sitio», dice López, quien asegura que en Israel están muy interesados por la obra de Ramí «pues hoy musulmanes y judíos viven una separación irreconciliable, y aunque era otra época allí extrapolan todo y piensan que si en otros tiempos se entendieron, por qué ahora no podrían volver a hacerlo», concluye.