Eran justo las 20.10 horas de la tarde cuando Ricardo Casero tomaba la batuta y daba la orden para que la Orquesta Reino de Aragón iniciara los compases del Adagio La música volvía así a sonar en el Auditorio de Zaragoza tres meses después de haber tenido que suspender la temporada en curso a causa de la pandemia del coronavirus. Y fue la música lo único que, en realidad, hizo pensar por momentos que la llamada nueva normalidad podía llegar a ser. Porque lo cierto es que todo lo demás que rodeó al concierto dejó claro que los tiempos han cambiado y que tardarán en llegar a ser mejores.

Extremadas las medidas de seguridad, no era normal, sino más bien anormal, ver al público con mascarillas, pasando por el aparato que toma la temperatura antes de acomodarse en una sala Mozart que registraba apenas un cuarto de su aforo, 500 personas. Una capacidad que dejaba la sala un tanto desangelada y causaba cierto desasosiego. Tampoco es habitual ver a los músicos con mascarilla, aunque en el momento que se sentaban en sus sillas se las quitaban, pues estas se situaban cumpliendo la distancia de seguridad. Si a ello le añadimos que era un concierto gratuito no incluido en ningún ciclo, y que precisamente estaba concebido como «un homenaje a las víctimas de la pandemia y a todos los zaragozanos», como dijo la vicealcaldesa, Sara Fernández, queda claro que no fue un concierto normal, sino «una prueba» para ver cómo llevar a cabo la desescalada cultural en la ciudad.

Lo importante era eso, la reapertura «de uno de los centros culturales emblemáticos de la ciudad», lo que causaba cierta ilusión no solo en Sara Fernández o el gerente de Zaragoza Cultural, David Lozano, sino también en el público asistente. «No es que tenga ganas de que empiece la música, sino que la considero obligatoria, imprescindible y si ha vuelto el fútbol por qué no va a volver la música», decía Francisco Usón, socio de la Filarmónica de Zaragoza y habitual en los conciertos.

El público era variopinto. Desde madres con niños a esos habituales a la clásica que hablábamos, entre los que se coló Pablo Marinillo, quien confesaba que «nunca he venido a un concierto al Auditorio; lo he hecho para conocer este tipo de música pues yo soy más de rock, de los conciertos de la Multiusos», comentaba. Otro caso poco normal que añadir a la jornada.

Pero lo fundamental, como decíamos, fue el regreso de la música al Auditorio, aunque fuese como prueba, pues los responsables municipales ven lejos la recuperación de una programación con los ciclos habituales. «Para empezar hay que esperar para ver los aforos que podemos tener y estudiar la distribución, pues con escasa capacidad es imposible realizar conciertos importantes, Esperemos que el lunes, cuando el Gobierno de Aragón sea quien rija los pasos de la desescalada nos den buenas noticias y sigan el camino de Galicia que va a permitir el 75% del aforo», comentó Sara Fernández.

Por su parte, el director del Auditorio de Zaragoza, Miguel ángel Tapia, tampoco se mostró muy optimista. «En todas las grandes ciudades, Nueva York, Londres, Berlín, las temporadas se han suspendido hasta el año que viene. Tampoco creo que durante este año ninguna orquesta o intérprete internacional vaya a visitar nuestro país. Veremos qué se puede hacer entre septiembre y diciembre pero la normalidad no creo que llegue hasta el próximo año», lamentó.

Eso sí, la vicealcaldesa no cierra la puerta a que durante el verano el Auditorio, «bien en la sala Mozart o bien en la Multiusos», pueda volver a acoger algún acto o algún concierto de la programación estival que está preparando Zaragoza Cultural. «El Auditorio es un equipamiento seguro y las actividades aquí se pueden controlar y ser también seguras», pero además, Zaragoza tiene muchos espacios, sobre todo al aire libre, donde poder realizar actos de la campaña que hemos denominado Volver a la cultura, pues este sector ha sido muy generoso durante el confinamiento compartiendo en las redes sus proyectos y sus propuestas y ahora tenemos que ayudar a que el público les devuelva esa generosidad», concluyó Sara Fernández.