CULTURA EN PANDEMIA
Los coros aragoneses quieren volver a actuar
La Unión de Directores de Coro pide un protocolo para retomar la actividad

Los coros aragoneses quieren volver a actuar
JUAN DEL PRIN ALFRANCA
De entre las muchas disciplinas de la cultura afectadas por la pandemia los coros aragoneses se encuentran en una situación crítica. En Aragón hay 180 agrupaciones adultas con más de 5.000 coristas, que en estos momentos están en uno de sus peores momentos, los que no están a punto de desaparecer o las que ya lo han hecho.
Los coros aragoneses se encuentran en una difícil tesitura, se preguntan ¿es posible ensayar evitando los contagios por el covid-19? y la negativa de la Federación Aragonesa de Coros a iniciar los ejercicios de canto. «Actualmente ningún estudio indica que si se siguen las medidas higiénico-sanitarias, como el uso obligatorio de mascarilla, la distancia de seguridad, se produzcan más contagios en la actividad de los coros», según comenta la Asociación Española de Directores de Coro. Gran parte del sector lleva inactivo desde el confinamiento de marzo y solo algunas agrupaciones comenzaron en junio a ensayar al aire libre, pero se trata de una solución temporal. Aunque ciertas medidas de seguridad suponen un obstáculo para los coros: los locales de ensayo tienen que tener buena ventilación o sistemas de renovación de aire, algo que no es fácil de conseguir en todos los casos, en especial en Zaragoza. «Hay buena disposición pero llega tarde», comenta Cristian Ortiz, miembro de la Unión de Directores de Coro de Aragón, sobre el apoyo institucional. Las medidas llegan cuando han sufrido grandes pérdidas, como el Coro de Voces Blancas Augusta de Zaragoza, que al no encontrar un local de ensayo ha tenido que disolverse, u otros grupos, cuyos miembros se han reducido de veinticinco miembros a seis.
Sobre el uso de mascarillas Ortiz comenta que no es un impedimento, en concreto para los coristas amateur: «Si los directores saben enseñar a utilizar los resonadores tanto de la cabeza como del resto del cuerpo, el hecho de tener la boca tapada es casi imperceptible».
El apoyo de las federaciones es «clave», dice Ortiz, mientras en comunidades donde los coros son una tradición, como Cataluña o el País Vasco han trabajado a favor de los grupos creando protocolos sanitarios: «Esa es la diferencia que en Aragón no hay una organización que esté ayudando sino que está perjudicando».
Del futuro, Ortiz espera que el gobierno de Aragón coteje el protocolo elaborado por la Unión de Directores. La solución par los coros, puede imaginar, se encuentra en organizarse bajo grupos grandes para sobrevivir, y que será más fácil en los pueblos, que cuentan con más espacios, que en Zaragoza.
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