Según han contado en numerosas ocasiones Fernando Cortés (Zaragoza, 1955), Manuel Marteles (Zaragoza, 1953-2019), Paco Rallo (Zaragoza, 1955) y Paco Simón (Barcelona, 1954), el primer estudio donde compartieron sus ganas de intercambiar ideas y hacer arte fue un reducido, sofocante y húmedo ático de la calle Castrillo. Habían coincidido en la Escuela de Artes de Zaragoza, donde estrecharon amistad y un vínculo más fuerte que cualquier otro motivo para decidir seguir juntos sin tener muy claro el futuro.

El caso es que al poco tiempo de alquilar el ático, en diciembre de 1971, colocaron en la puerta de entrada un rótulo sobre cartulina que les identificaba: Forma. Forma porque estaban en pleno proceso de formación; forma porque toda la materia se basa en la forma. Aquel año viajaron a Italia donde vieron por vez primera algunas de las obras que habían estudiado con las viejas diapositivas en blanco y negro que pasaban en sus clases Federico Torralba y Ángel Azpeitia, principales valedores de su aventura. Como Grupo Forma se inscribieron en la Bienal Félix Adelantado, en mayo de 1972, aunque su presentación oficial tuvo lugar en el Centro Cultural Ánade. «Nuestros estilos son distintos porque corresponden a cuatro personalidades distintas». Animados por Víctor Mira, Rallo y Simón acudieron a los Encuentros de Pamplona donde conocieron a John Cage, y fueron testigos de nuevos comportamientos, experiencias y prácticas artísticas que exploraron aceleradamente durante su corta trayectoria. En enero de 1973, nueva exposición en la sala de la Sociedad Dante Alighieri, a la que siguió en marzo la celebrada en la salita de Filosofía y Letras. A iniciativa del presidente de la asociación cultural El Cachirulo, y concejal de urbanismo del Ayuntamiento de Zaragoza, plantearon una serie de acciones con el propósito de potenciar el espacio urbano de la plaza Santa Cruz, donde se situaba el nuevo estudio al que se habían trasladado el año anterior. Las pinturas y ensamblajes, habituales en sus exposiciones, realizados con fragmentos de los más diversos objetos que el azar ponía en relación, cedieron ante la puesta en escena de diferentes intervenciones en el espacio urbano que pretendieron convertir la plaza Santa Cruz en un lugar para el arte; pero sucedió que lo comercial se adueñó muy pronto del espacio y la iniciativa fracasó. Coincidió en fechas la primera acción en la plaza, en la que participaron otros artistas invitados por los Forma, con la VI Bienal de Pintura y Escultura Premio Zaragoza, celebrada en la Lonja, en noviembre de 1973. El grupo presentó fuera de concurso el montaje Helioconte o la forma del sino, un pequeño teatro con su escenario y patio de butacas al que no se podía acceder, precedente del «ambiente» que configurarían un año más tarde en la galería Atenas. El 20 de noviembre inauguraron exposición en el Palacio Provincial, dirigida por Torralba que escribió: «un puñado de artistas muy jóvenes, coordinados y empeñados en múltiples búsquedas dentro de los más actuales caminos del quehacer del arte y aún del «no arte» entendiendo por esta última expresión ora la simple huida de esteticismos, ora (y aún a la par) la estetización de lo ínfimo, de lo vulgar, de lo deleznable y difunto. Su pasión los redime de sus ingenuidades, su intencionalidad los purifica de torpezas. Por añadidura ellos van aprendiendo a hacer y a conjugar su vocabulario formal y expresivo, un vocabulario que será amplio y cambiante como su ambición desea». Para Ángel Aransay, la muestra fue muy importante por lo que significaba en la trayectoria del grupo y por ser una de las más estimulantes que se habían visto en Zaragoza en los últimos años, «resultando francamente recomendable por su sana impertinencia y vitalidad». Jaime Ángel Cañellas, que fue comisario de la exposición del Grupo Forma en el Palacio de Sástago (2002), puso el acento en el carácter irrespetuoso, irónico, vitalista y apolítico de los jovencísimos artistas cuyos gustos sintonizaban con el arte objetual, las acciones, ambientes y happenings, desde posturas neodadaístas que en algunos casos rozarían el conceptual. Sin establecer delimitaciones y en un breve periodo de tiempo.

La música, elemento fundamental

1974 comenzó con el cambio de estudio a un primer piso de la calle Jusepe Martínez que reunía mejores condiciones para trabajar. En febrero expusieron en La Taguara una secuencia de obras que daban respuesta a planteamientos comunes. Por entonces Paco Rallo se reunía en el taller de su padre con Joaquín Jimeno donde proyectaron una serie de montajes que presentarían a lo largo de la temporada en una zona de la galería Atenas. Bajo la denominación general de Jimeno&Rallo en el mundo de las descompensaciones equívocas, ambos artistas idearon y realizaron cuatro montajes-ambientes que Cañellas describió en el catálogo de la exposición citada.

La colaboración de Jimeno y Rallo provocó suspicacias en el grupo que se solventaron en junio con la exposición del Grupo Forma + Jimeno, que ocuparía la totalidad de la galería Atenas: collages, pinturas, textos y cajas con papeles arrugados colgaron de las paredes hasta el suelo. Con tal motivo se editó un folleto y una octavilla que los artistas distribuyeron por la ciudad desde el tranvía: «¡Ojo no me tire!». La exposición finalizaba con el espacio ambiental Espaces inhabitables, título de la composición musical de François Bayle. La música siempre acompañó al Grupo Forma pero fue en aquella exposición cuando pasó a ser el elemento fundamental de la acción: el espacio se delimitó mediante plásticos de color que un trenzado de hilos de nylon oculto en la oscuridad convertía en inhabitable. Siguiendo el consejo de la carátula del vinilo, la música se escuchó a todo volumen en la oscuridad. Bayle, uno de los compositores más destacados de la música electrónica, había acuñado el término de música acusmática, cuyo origen se remonta a la experiencia de Pitágoras cuando instruía a sus alumnos detrás de una pantalla para que su presencia no les distrajera y se concentraran exclusivamente en los sonidos. Espaces inhabitables fue la verdadera primera obra de Bayle, una propuesta teórica que exploraba más allá de las sonoridades normales para abordar un campo de mayor complejidad que permitiera alcanzar modalidades energéticas cambiantes y, por tanto, un espacio no conocido, que denominó «inhabitable». La música de Bayle permitió a los Forma y a Jimeno romper las limitaciones establecidas entre las diferentes disciplinas mediante la exploración visual y sonora con la firme intención de estimular al espectador.

Inmersos en experiencias neodadaístas, en 1974 realizaron varios experimentos como el Manifiesto Pánico o la Tortura del Pollo Urbano y el hapenning Forma + Jimeno. Manifiesto experimental que presentaron en la galería Atenas en diciembre de aquel año. Fueron experiencias puntuales que al no obtener la respuesta esperada, según dijeron, desembocarían en el regreso a la naturaleza con la fundación del Centro de Investigación de Arte y Zoología, que presentaron en Atenas en 1975. Al año siguiente, tras varias exposiciones, el grupo se disolvió.