Es un proyecto referencia en Europa y, de hecho, ha recibido varios premios internacionales pero en los últimos tiempos, sus responsables sienten que tienen que reivindicar su trabajo y darlo a conocer ante una serie de lo que ellos consideran «desprecios» a la cultura comunitaria. Harinera ZGZ acaba de cumplir cinco años de vida con un modelo de cogobernanza entre el colectivo Llámalo H, la asociación de vecinos de San José y el Ayuntamiento de Zaragoza que últimamente está encontrando quiebras de confianza después de que se desvelara que el consistorio está planteándose ceder la tercera planta de la Harinera a Acción Social. «Cualquier iniciativa debería pasar en primer lugar por la asamblea», explica Virginia Martínez, de Imaquinaria y miembro del colectivo Llámalo H: «Esa tercera planta es necesaria para la Harinera, no tenemos sitio para tanta actividad. Entendemos las necesidades de acción social y queremos colaborar en la solución pero esperamos un diálogo, esto es un modelo de cogobernanza».

A la polémica por el uso de esa tercera planta, hay que sumar la supresión de la línea de ayudas específicas de cultura comunitaria («que ha acabado haciéndonos mucho daño») y los recortes presupuestarios que, denuncia el colectivo, han ido castigando el proyecto: «El año pasado se nos redujo a 95.000 euros (cuando partíamos de 150.000 euros) y este año dicen que hay 110.000 euros aunque no está reflejado específicamente en los presupuestos», asegura Cristina Laborda, de Andar de nones. Y aún así, reivindican, «la actividad ha continuado a pleno rendimiento e incluso en este año tan difícil por la pandemia hemos absorbido otras actividades del barrio porque el nuestro es un espacio seguro», dice.

En el centro del debate subyace el modelo de cultura comunitaria al que el colectivo considera que «no se le está respetando». «Nosotras defendemos el derecho de las personas a crear cultura de la mano de profesionales pero con la filosofía de crear cultura, no solo consumirla. Y en nuestro caso, en Andar de nones, defendemos el derecho a crear cultura por parte de las personas con diversidad», señala Laborda. Pero dejando claro que se trata de proyectos culturales: «No es algo asistencial y nos empujan, porque nos no reconocen el hecho cultural, a presentarnos a las ayudas de acción social o sanidad. No son cuestiones asistenciales, ese discurso hay que desecharlo ya en el siglo XXI».

«Es un derecho que no nos inventamos, está en la Constitución», aporta Virginia Martínez, que continúa: «El arte no solo se consume, se crea y se decide sobre él. Estamos acostumbrados a ser consumidores pasivos en lo cultural pero nosotros cambiamos la mentalidad, defendemos que cualquier persona pueda ejercer su derecho de manera integral». Todo ello tutelado, deja claro Martínez, por «profesionales de igual valor que el resto de los que se dedican a estos. Nos hemos formado en escuelas de teatro, en conservatorios... solo que hemos decidido dirigir nuestras carreras a la cultura comunitaria», asegura Virginia Martínez antes de concluir con una reivindicación que deja las cosas claras: «Con un presupuesto tan pequeño como el que nos dan, se mantiene la programación gracias a mucho trabajo voluntario y comunitario», concluye.

MANIFIESTO

La REACC, (Red de Espacios y Agentes de Cultura Comunitaria) ha lanzado el Manifiesto en defensa de la cultura comunitaria, sus gentes y sus espacios en el que se denuncia «un incremento de la presión y el acoso sobre el ecosistema de la cultura comunitaria, que está concretándose en el inminente o ya consumado desmantelamiento o amenaza de algunos de sus proyectos» y va más allá expresando su «profunda preocupación por el impacto que estas acciones de desarticulación de lo comunitario están teniendo y que ahora se están ejemplificando de forma dramática y sintomática en Madrid y Zaragoza».