No tomen el titular al pie de la letra, pues solo es un juego de palabras algo bíblico, sí. Léanlo como una broma y acertarán con el contenido que les propongo.  Guitarrista y cantante de Malí, Samba Touré es un mago de la música songhaï (o songhoy), de la región de Tombuctú. La que normalmente conocemos como blues del desierto. En Binga (Glitterbeat), su nuevo álbum, está acompañado por el ngoni de Djime Sissoko y la calabash de Souleymane Kane, y cuenta en algunas piezas con la armónica de Richard Shanks. Touré, que en ocasiones muestra su canto próximo al talking-blues, rompe con la circularidad y el hipnotismo de las guitarras de la música songhaï. En Sambamita, por ejemplo se acerca a The Doors, y, en general, el tono de sus canciones trastoca el color arenoso del desierto.

Neil Young rebusca en los cajones como si fuera el mismísimo Dylan. Grabó Young Shakespeare (Reprise) en enero de 1971, a caballo entre los discos After The Gold Rush y Harvest y después de una exitosa gira con banda. Lo registró en el Shakespeare Theatre de Stratford, y de ahí el título del disco, aunque no es difícil adivinar en él otras intenciones. Solo con guitarra y armónica (o piano en un par de piezas) Young anticipa canciones de Harvest y echa la vista atrás hasta el material de Crazy Horse y CSN&Y. El resultado es algo así como la convicción de lo espartano o los soliloquios de un Young transmutado en Shakespeare musical. La mezcla A Man Needs A Maid / Heart Of Gold, con piano, brilla especialmente.

Shapes Of The Fall (No Format!) es el séptimo y sugerente álbum del anglo-italiano Piers Faccini. Es una apuesta que suena a Mediterráneo, a blues, a góspel y a folk clásico, con no pocas sonoridades norteafricanas. La guitarra, el guimbri y la mandola arman la melodía, y el cello y el violín alto conforman armonías de lujo. Todo, con la naturaleza como argumento. En All Board colaboran Ben Harper y Abdelkebir Merchane, el maestro gnawi.

Batería de Talking Heads y creador, junto a Tina Weymouth (su esposa y bajista del mismo grupo) de Tom Tom Club, Chris Frantz cuenta sus memorias en Amor crónico (Libros del Kultrum), algo más de 500 jugosas páginas tituladas en original Remain in Love, un enredo con Remain in Light, la pieza de Talking Heads. Además de declarar constantemente su amor por Tina, Chris cuenta la génesis, desarrollo y caída de una de las bandas más singulares de la Historia de la música popular, nos introduce en los clubes en los que se inició Talking Heads, nos acerca a los músicos con los que compartieron ilusiones y escenarios, ajusta cuentas con David Byrne («Eso de que había un solo compositor en Talking Heads es un mito»), aunque reconoce su talento, y narra el comportamiento un modelo de la industria musical ya desaparecido. Este Amor crónico contiene mucha información y de primera mano. Unas memorias (que funcionan como crónica) necesarias.

Pionera de la ciencia ficción escrita por mujeres afroamericanas, Octavia E. Butler (California, 1947-Washington, 2006) publicó La parábola del sembrador (Capitán Swing) en 1993 y situó la acción entre 2024 y 2027. Vaya, que lo que parecía una distopía lejana casi es hoy una realidad. No les contaré el argumento; pero sí les diré que Octavia mete el dedo en la llaga de un mundo en descomposición, del caos social, de la nueva esclavitud, del teletrabajo. Y de la búsqueda de una salida ¿espiritual? al inevitable derrumbamiento de un modo de vida.

Compositor, multiinstrumentista y poeta, creador ligado a la experimentación sonora (Mar otra vez, La fundación, Erizonte, La gran curva...), Julián Sanz Escalona ha editado Paracanciones y otros poemas (Huerga & Fierro editores), textos de los que nos dice que han nacido para ser cantados, aunque se resisten a patrones musicales establecidos, que algunos nunca serán canciones y otros ya lo han sido. Bien. A través de nictogramas y figuras como el retruécano, la aliteración y la anáfora, por ejemplo, Julián inscribe su creación, en general, en la poesía fonética. Así, salvo excepciones, el significado no procede del orden de la escritura sino de la propia sonoridad de las palabras. Paracanten con Sanz Escalona o paralean los poemas. No se arrepentirán.

Excelentes actores y actrices israelíes (Glickman, Aloni, Haas, Riskin...) diálogos, con subtítulos a elegir, en hebreo y yidis (lengua de los judíos de Europa Central y del Este), una familia de judíos haradís (ortodoxos) residente en el barrio Geula, en Jerusalén... Les hablo de Shtisel, la serie de televisión creada por Ori Elon y Yehonatan Indursky, que se puede ver (tres temporadas) en Netflix. ¿Y qué diferencia a Shtisel de otras narrativas audiovisuales con judíos ortodoxos como protagonistas? Que no juzga, pero tampoco oculta. Que muestra a sus protagonistas tal cual son, con su Talmut, su Torá y sus leyes tribales, pero con los mismos problemas, debilidades y contradicciones que acometen a cualquier hijo de vecino sea creyente, agnóstico, ateo o rentista. Ahí reside el interés de una apuesta tan inusual como esta.