Contar que Enrique Bunbury, Juan Valdivia, Joaquín Cardiel y Pedro Andreu son historia viva del rock en España y en Latinoamérica no es contar nada nuevo. De ahí que acercarse a lo que supuso Héroes del silencio (una banda que, en realidad, solo hizo cuatro discos de estudio, lo que habla más si cabe de lo fuerte que penetró en el imaginario colectivo) no sea una tarea nada sencilla, sobre todo, porque, es el precio que tiene la fama, todo alrededor de la banda está contaminado.

Me refiero a que cada uno tiene su opinión formada, sus mitos creados, se ha creído unas leyendas (y otras no) que se han contado y es muy complicado que nada le haga salir del raíl. Netflix (en Zaragoza se ha podido ver también durante una semana en los cines Aragonia) acaba de estrenar el documental Héroes. Silencio y Rock & Roll, dirigido por Alexis Morante (un viejo conocido de Bunbury) y producido por Miguel Ángel Lamata, entre otros, en el que se hace un repaso a la trayectoria de la banda desde su formación por la que pasa fugazmente para centrarse en cómo fue creciendo su mito a medida que se resquebrajaban algunos de los pilares (aunque es cierto que para el que ansiaba morbo, no se detiene mucho en estos detalles) que la sustentaban.

Es un documental más que correcto en el que los fans saciarán su nostalgia ya que da pie a muchos momentos emotivos narrados por sus propios protagonistas y, por otro lado, descubre también algunas facetas del negocio musical y de una industria a la que Héroes del silencio le acabó imponiendo su estilo. O estuvo a punto. Y es, ante todo, una historia muy aragonesa. De unos tipos que desde el primer momento le niegan a su discográfica la posibilidad de irse a vivir a Madrid y que se afanan en construir su carrera desde el lugar donde les ha visto crecer.

Hay momentos hilarantes e incluso alguna confesión (que, en realidad ya era conocida pero aquí se confirma) sobre cómo se grabó alguno de los temas que más ha volado del grupo pero también hay instantes para la tristeza, la melancolía y los sobresaltos. Yo, para ser sincero, dentro de la buena impresión que me ha dejado el documental, he echado de menos alguna declaración más incisiva de los protagonistas sobre algunas formas de actuar. Y no me deja de parecer llamativa una de las últimas imágenes que muestra el documental. Instantes antes del salir al escenario de la Romareda en su gira de reunificación en el 2007, tres de los Héroes del silencio se dan ánimos mientras otro, quizá centrado en el espectáculo que van a dar, está por otro lado.

Más allá de eso, que a estas alturas después de todo lo que se ha contado, tampoco es un gran descubrimiento ni ninguna sorpresa, Héroes. Silencio y Rock & Roll es un documental en el que el espectador puede comprobar cómo hay otra forma de hacer las cosas en un negocio de la música donde hay presiones desde todos los lados y donde es muy difícil, también es algo que acaba reflejándose en el documental, enderezar el rumbo sin que acabe afectando a la propia banda.

Por cierto, impagable es disfrutar de algunas de las fotografías de los primeros Héroes del silencio que se pueden contemplar a lo largo del documental. Entre ellas, las del jefe de fotografía de este diario, Ángel de Castro, que ya en los inicios de la banda supo reflejar su esencia a través de su cámara. Por eso, también merece mucho la pena acercarse a esta producción que, por cierto, se colocó entre las más vistas en Netflix en sus primeros días. Es un hecho que Héroes del silencio sigue teniendo mucho tirón.